El Papa León XIV recibió este sábado a miles de peregrinos ucranianos pertenecientes a la Iglesia greco-católica, quienes llegaron a Roma desde Ucrania y otros países del mundo en el marco de una peregrinación jubilar. En un mensaje cargado de compasión, el Pontífice expresó su cercanía con el pueblo ucraniano y condenó enérgicamente el conflicto que atraviesa la nación, al que calificó como "una guerra sin sentido". 

En el encuentro celebrado en la Basílica de San Pedro, el Papa elogió la fe inquebrantable del pueblo ucraniano, “una tierra fecundada por el testimonio de tantos santos y ahora regada con la sangre de muchos mártires”. Afirmó sentir un profundo dolor por las víctimas, los prisioneros, los que han perdido seres queridos y por todos aquellos que sufren las consecuencias de la guerra. 

Dirigiéndose especialmente a los niños, jóvenes, ancianos y familias, León XIV compartió palabras de consuelo espiritual y los animó a mantener viva la esperanza: 

“Muchos de ustedes, desde que comenzó la guerra, se habrán preguntado: ‘Señor, ¿por qué todo esto? ¿Dónde estás?’. Creer no significa tener todas las respuestas, sino confiar en que Dios está con nosotros y nos da su gracia”, afirmó el Papa. “Él pronunciará la última palabra, y la vida vencerá a la muerte”. 

El Santo Padre remarcó que la peregrinación a Roma, con el paso por las Puertas Santas y la visita a las tumbas de los Apóstoles y Mártires, es un signo del deseo de renovar la fe y la comunión con el Obispo de Roma. En esa línea, recordó que el Jubileo es una invitación a “ser peregrinos de esperanza” en medio de las adversidades. 

Citó también palabras del apóstol San Pablo —ya usadas por el Papa emérito Francisco— para reafirmar que “la esperanza no defrauda”, porque nace del amor de Cristo derramado en los corazones por el Espíritu Santo. 

En un gesto de profundo simbolismo, León XIV presentó a la Virgen María como modelo de fe y valentía, afirmando que su humilde “sí” permitió la redención del mundo. 

“Nuestro ‘sí’, sencillo y sincero, también puede convertirse en instrumento de Dios para realizar algo grande”, alentó el Papa, señalando que esa entrega puede abrir nuevos horizontes de fe, esperanza y paz, especialmente para quienes están sufriendo. 

Antes de concluir, el Pontífice encomendó al Señor las intenciones, dolores y esperanzas de todos los presentes, destacando el deseo colectivo de paz para una tierra marcada por la guerra. La ceremonia culminó con un canto entonado por el Arzobispo Mayor Sviatoslav Shevchuk, seguido por toda la asamblea. León XIV saludó luego a los metropolitanos y obispos que se encontraban en las primeras filas y que participarán del Sínodo anual en el Colegio Pontificio de Roma. 

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