El conflicto en Lácteos Verónica se profundiza. A cuatro semanas del inicio de las medidas gremiales, tres plantas continúan completamente paralizadas, sin señales de reactivación ni avances en las negociaciones con el sindicato Atilra.

La empresa hizo promesas para descomprimir la tensión, pero al no cumplir con el pago de salarios, ni la recuperación de provisión de leche, no se vislumbra una salida.

Hasta ahora, solo se cubrió el salario de abril en cuotas, y no hay fecha cierta para el cobro de mayo.  

Uno de los factores que más condiciona la reactivación es la ruptura del vínculo con los tambos proveedores, que dejaron de enviar leche cruda ante la falta de pagos y la incertidumbre sobre la cadena de cobros. A esto se suma la falta de insumos básicos, como envases y materiales de producción, lo que impide retomar la actividad incluso en caso de llegar a un acuerdo con el gremio.

La empresa acumula cheques rechazados por más de $1.300 millones, un dato que grafica la delicada situación financiera que atraviesa.  

El deterioro no es nuevo. En 2019, la empresa ya había atravesado un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC), desde entonces, su operatorio se movió con altibajos, pasando de procesar 700.000 litros diarios a apenas unos 200.000 antes del nuevo freno total. 

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