El 10 de junio de 1991, una pareja la subió a un auto por la fuerza cuando ella se dirigía a la parada del bus que la llevaría a la escuela. Tenía 11 años. La tragedia comenzó durante esa mañana fatal en la ciudad de Meyers, California, Estados Unidos

Cuando Jaycee pudo abrir los ojos ya estaba en Antioch, un suburbio a 270 kilómetros de su casa. Allí, el rostro de Philip Garrido, un hombre desgarbado, de entonces 60 años, fue lo primero que vio. Esa misma cara que, sin saberlo, la acompañaría por 18 años seguidos.

Garrido era un pedófilo que había sido condenado a finales de la década de los setenta por raptar y abusar de una mujer de 25 años. Para el momento del secuestro de Jaycee, Garrido cumplía prisión domiciliaria y portaba una tobillera electrónica. Sin embargo, eso no le impedía seguir con sus abominables abusos.

Tras semanas de estar retenida, Garrido empezó a abusar de ella. En su libro “Una vida robada”, Jaycee Dugard relató todos los vejámenes a los cuales el hombre la sometió. El criminal condenado la ataba a la pared, la golpeaba, la obligaba a ver películas porno y abusaba de ella de otras formas físicas y psicológicas.

Garrido y su mujer, Nancy Bocanegra, eran las únicas personas que tenían contacto con la menor. Con el tiempo, las atrocidades empezaron a ser “matizadas” con actos falsamente benevolentes: regalos como juegos, mascotas y golosinas. Toda una manipulación del criminal.

Tres años después de haber sido raptada, a los 14, Jaycee dio a luz a su primera hija. El parto se dio en las mismas cuatro paredes que contenían su calvario. Cuando tenía 17 años tuvo otra hija de la misma manera. Sin saberlo, sus hijas le salvarían la vida… Es que con el paso del tiempo, Garrido sentía que nunca iba a ser descubierto. Sin embargo, un descuido lo delató.

En la mañana del 24 de agosto de 2009, Garrido fue a la Universidad de California a repartir estampitas religiosas a los estudiantes. El condenado abusador, de más de 70 años, fue con las hijas de Jaycee, de entonces 15 y 12 años.

Ese contraste entre un octogenario pederasta y dos menores despertó la suspicacia de los policías que custodiaban el claustro universitario. Alarmado, el centro de reclusión responsable de su prisión domiciliaria lo llamó a indagatoria. Era el principio del fin.

Garrido asistió con Jaycee a la cita porque querían saber quién era la madre de las pequeñas. Coaccionada por él, Lee, ya de 29 años, pensaba encubrirlo. “¿Cuál es tu nombre?”, le preguntaron los policías.

El balbuceo de una mujer, que llevaba casi dos décadas sin decir su nombre, fue la principal respuesta. “Su nombre es Alyssa”, declaró un apurado Garrido. Luego, un papel y un lápiz lo dijeron todo: “Jaycee Lee Dugard”, apuntó ella en una hoja. El 26 de agosto de 2009 fue liberada.

Angel y Starlet, sus dos hijas, fueron liberadas con ella. Ya tienen 28 y 24 años, respectivamente. La Justicia la indemnizó con 20 millones de dólares. Phillip Garrido fue sentenciado a 431 años de cárcel. Nancy recibió una condena a 36 años.

Seguinos de lunes a viernes de 9 a 13 hs por FM GUALAMBA 93.7 MHZ y a través de la página web www.fmgualamba.com.ar (Compartí con nosotros tus comentarios, denuncias, fotos y videos al WhatsApp 3624100411/ 3624622442) Seguinos y enterate de toda la actualidad en www.alertaurbana.com.ar