En un mundo marcado por la vorágine y el agotamiento, donde el descanso se ha convertido en un bien escaso, la búsqueda de soluciones naturales para mejorar el sueño gana terreno. Una costumbre de herbolario está volviendo a popularizarse: poner hojas de menta fresca dentro o cerca de la almohada antes de dormir. Este sencillo hábito promete reducir el estrés y combatir el insomnio de manera económica y efectiva.

El respaldo a esta práctica proviene de la aromaterapia, que destaca el aroma refrescante de la menta (Mentha piperita) por sus propiedades relajantes. Los expertos explican que el perfume de la menta estimula los receptores olfativos vinculados al sistema nervioso parasimpático, el encargado de inducir la calma y preparar al cuerpo para el descanso. Inhalar este aroma durante la noche ayuda a despejar la mente, reducir la ansiedad y favorece una respiración más profunda.

Más allá del efecto calmante, la menta ofrece un valor añadido: tiene un efecto descongestivo natural. Quienes sufren de resfríos, alergias o congestión nasal pueden notar una mejora en su respiración, evitando despertares nocturnos y promoviendo una mejor oxigenación. Además, el aroma fresco y natural de la menta también actúa como un repelente de insectos, contribuyendo a un entorno de sueño más agradable.

La gran ventaja de este método es que no requiere fármacos ni productos químicos. Solo se necesitan de cuatro a cinco hojas frescas, las cuales deben renovarse cada tres o cuatro días para mantener su aroma. Se recomienda colocar las hojas dentro de la funda de la almohada o en una pequeña bolsa de tela, y puede combinarse con otras hierbas como lavanda para potenciar el efecto relajante. Adoptar este hábito es un pequeño gesto que busca revitalizar el cuerpo y la mente para el día siguiente.