Domingo
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SALUD
7 de junio de 2025
A veces persisten en muchos casos durante años sin consulta, pese al malestar personal y de pareja. La resistencia a hablar del tema, el pudor y los prejuicios suelen postergar la búsqueda de tratamiento
La terapia sexual aborda problemas sexuales personales o de pareja, las disfunciones sexuales y en otros casos la consulta es para mejorar la calidad de la relación. Por lo tanto, la terapia sexual no solo trata patologías, también lo hace con conflictos que impactan en la sexualidad vincular y da respuestas a preguntas relacionadas con estimular cambios, ejemplo: animarse a nuevas prácticas, mejorar la erótica, parejas abiertas, etc.
Hay que diferenciar un problema sexual de la disfunción. En el primer caso el criterio es la brevedad (ocasional) y el menor impacto emocional en la persona y en la pareja.
En caso de disfunciones sexuales los criterios consideran que debe persistir por lo menos 6 meses, y aparecer por lo menos en 75% de los encuentros, provocando angustia y preocupación en personal y vincular. En muchos casos, la eyaculación precoz y la anorgasmia femenina se sostienen durante años sin consultar (por pudor, prejuicios o adaptación de la pareja al problema). Es muy frecuente que la pareja se “acomode” al problema y no consulte. Aun en aquellas disfunciones de causa orgánica (patologías que dañan los vasos sanguíneos, hipertensión arterial, diabetes, desajustes hormonales, trastornos neurológicos, etc.) el impacto emocional estará presente.
PERIODICIDAD
La cronicidad de la patología sexual puede ser motivo de crisis permanente o de separación. Los mecanismos de adaptación pueden ser efectivos durante años, sin embargo, pueden romperse para dar lugar a un pedido urgente de tratamiento o la pareja se separa.
El comportamiento sexual sigue siendo coitocentrista, es decir, el objetivo es el coito, subestimado otras prácticas, igual o más placenteras. La presión por “cumplir” y llegar al orgasmo genera ansiedad, siendo uno de los factores psicológicos que intervienen. Los cuerpos se preparan para llegar al objetivo más que estar atentos a las sensaciones placenteras. El juego erótico breve, la ansiedad, el estrés cotidiano, la repetición de prácticas, el miedo a “fallar” o a no complacer, creer que ya no se es atractivo para el otro, son algunas de las causas que llevan a la aparición de problemas sexuales.
Las terapias sexuales incluyen a las parejas, ya que el modelo de relación y los cambios que hay que implementar compromete a los dos. Sin embargo, los años de disfunción sexual provocan malestar y desgaste y no todo partenaire quiere colaborar en el tratamiento: “Es un problema de él (o de ella), ya me cansé de colaborar”. La presencia de una pareja no colaboradora modifica el modo de tratamiento.
Existen diferencias entre las parejas que hace un tiempo breve que se conocen (y no conviven), con aquellas que tienen años de vida juntos. En el primer caso, lo habitual es que concurra uno de los dos, en el segundo caso piden de entrada una entrevista conjunta.
El motivo tiene que ver con el supuesto de que en una relación de poco tiempo el problema es unilateral y “seguramente” ya viene de antes, y no fue tratado, o reapareció. En algunos casos llega a ser así, y en otros. Cada nueva historia afectiva y erótica es distinta y el problema puede asentar de entrada, en la forma de configurar el vínculo.