En mayo próximo se realizará el juicio contra Roberto José Carmona, uno de los asesinos más peligrosos del país y quien actualmente cumple condena en el Chaco por otros dos crímenes cometidos entre 1986 y 1994.

En este caso, Carmona será juzgado por dar muerte a un taxista cordobés en diciembre de 2022 cuando había ido a esa ciudad para visitar a su novia con el permiso de una jueza chaqueña: Ligia Duca.

En esa ocasión, el asesino aprovechó ciertas distracciones y que la atención del país estaba puesta en el partido que el seleccionado nacional jugaba ante Croacia por las semifinales del Mundial de Qatar y con complicidad de quienes debían custodiarlo escapó y mató al taxista Raúl Bocalón.

Ahora Carmona deberá afrontar un nuevo proceso judicial mediante un jurado popular en Cámara del Crimen 8 de Córdoba, entre el 13 y el 17 de mayo.

El hombre ya cuenta en su haber con tres condenas por homicidio, dos de ellas a perpetua.

Al taxista lo mató luego de fugarse de la casa de su novia en un barrio cordobés el martes 13 de diciembre de 2022 tras haber recibido un permiso de la jueza chaqueña Duca ya que estaba preso en el Complejo Penitenciario de Sáenz Peña.

Precisamente la custodia que le impuso la magistrada estaba conformada por seis oficiales del Servicio Penitenciario de la ciudad terminal, quienes afrontarán un juicio por presunta complicidad con el asesino lo que facilitó su huida.

Los crímenes de Carmona

En enero de 1986, Carmona cruzó a seis personas que habían ido a bailar a Villa Carlos Paz. Habían pinchado un neumático y el sujeto se acercó con el ardid de la colaboración. Sin embargo, el asesino obligó a punta de pistola a su víctima a subir a su auto para cometer su delito.

El hecho delictivo llenó las páginas luctuosas de los diarios. Córdoba vivió la noticia con conmoción y el delincuente sufrió antes que la condena judicial un generalizado repudio social.

Ya en la excárcel de San Martín, cuando cumplía su condena por el aberrante hecho, lastimó gravemente a dos internos. Según consta en su historial delictivo, a otro preso le arrojó caramelo hirviendo en la cara por una disputa de una mujer. Más adelante, echó aceite hirviendo en el rostro de otro recluso.

En 1994 comentó otro asesinato. Esta vez contra Héctor Bolea, un preso con quien disputaba el control del lugar. Por este crimen le valió su segunda condena, a 16 años de prisión.

Tres años más tarde, mató a Demetrio Pérez Araujo, otro interno de la ex penitenciaría. Aquí la Justicia volvió a condenarlo a prisión perpetua. Finalmente, la pena fue anulada y modificada por la figura de responsable de homicidio simple.

Los sucesivos crímenes intracarcelarios lo llevaron a la reclusión en aislamiento. Permaneció así bajo vigilancia en Córdoba. Más tarde fue trasladado a Chaco y tras un breve tiempo partió hacia Corrientes.