Estados Unidos confundió el dron suicida que asesinó a tres de sus soldados e hirió a 34 más en Jordania con uno suyo, por lo que no activó los mecanismos de defensa antiaérea para abatirlo. El problema, además, se agravó porque la base atacada, denominada Tower 22, era una instalación militar pequeña.

Según publica el diario Wall Street Journal citando a fuentes del Pentágono, en el momento en el que se produjo el ataque, un dron de ese país estaba regresando a Jordania tras una misión sobre Siria, y los sistemas de defensa aérea confundieron al agresor con ese aparato. Las mismas fuentes no explican si la confusión fue fortuita o si el dron atacante usó de manera intencionada al que volvía a su base para ocultar su presencia o, al menos, confundir a los radares. El problema se agravó porque en el momento en el que tuvo lugar el bombardeo, Tower-22 no estaba protegida por los misiles antiaéreos Patriot, aunque presumiblemente tenía otros medios de defensa antiaérea. De los 34 soldados heridos, ocho han tenido que ser trasladados fuera de Jordania para recibir tratamiento médico.

Tower 22 está situada en Jordania, a 10 kilómetros de la frontera de ese país con Siria e Irak, y da apoyo logístico a la vecina base estadounidense de Al-Tanf, situada a 20 kilómetros al Norte, en Siria, junto a la frontera con Irak, que lleva siendo una de las principales instalaciones militares de EEUU -y, en el pasado, de algunos de sus aliados, como Noruega-, desde que se produjo la intervención occidental para destruir al Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés) en Siria en 2014.

EEUU ha creado alrededor de Al-Tanf una zona de reducción de conflicto que en la práctica supone que nadie puede entrar allí sin exponerse a que los soldados estadounidenses lo vuelen por los aires. En esa zona hay diversas milicias de la oposición siria al régimen del dictador Bachir el-Asad, además del campo de refugiados de Rukban, cerca de la frontera jornada, en el que llegaron a vivir 100.000 desplazados de la guerra civil siria, aunque hoy su número es de 7.500, según la agencia de noticias Associated Press.

Al-Tanf ha jugado un papel clave en las operaciones militares estadounidenses en Siria, y ha sido objeto de múltiples ataques. En 2019, el Gobierno de Donald Trump cambió oficialmente la misión de la base, que dejó de ser combatir al IS para contener "la influencia iraní" en Siria, en palabras del entonces consejero de Seguridad Nacional, John Bolton. Su localización es tremendamente estratégica, ya que está en la carretera M2, que conecta Damasco con Mosul, en su día la capital del IS, esa ruta también llega a Irán, con lo que la presencia de la base impide el tránsito de hombres y material de ese país a Siria y de allí a Líbano.

Ahora, queda pendiente la reacción de Estados Unidos. Según los medios de comunicación de ese país, ésta se centrará en las fuerzas iraníes y de sus aliados en Siria e Irak que, según algunas fuentes, han empezado a evacuar sus posiciones ante el temor a un ataque de represalia. Desde que el entonces Jimmy Carter lanzó una fallida operación de las Fuerzas Especiales dentro de Irán para rescatar a los rehenes de las embajada estadounidense en Teherán en 1980, Estados Unidos ha chocado militarmente con ese país durante las presidencias de Reagan y Trump, pero nunca atacando el territorio iraní.

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