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SOCIEDAD

22 de mayo de 2022

Crianzas más permisivas y laxas, los pilares de los padres del siglo XXI

Educar a los niños en salud mental, en necesidades básicas de su cerebro y romper estigmas para poder buscar ayuda a tiempo son las monedas corrientes de los tiempos que corren.

Internet, teléfonos inteligentes, entretenimiento digital de manera ilimitada, exceso de oferta en alimentos altos en azúcar y ultraprocesados, aúnan a nuevas generaciones que, con el afán de cambiar lo que no les agradó de su propia crianza, se han vuelto más permisivas y laxas para disciplinar y acompañar con límites sanos y amorosos el crecimiento de sus hijos.

Los padres del siglo XXI se enfrentan con desafíos sin precedentes cuando se trata de criar a sus hijos. Y, a pesar de vivir en la era de la información, pareciera que cada vez cuesta más filtrar la que realmente importa, sin mencionar que el instinto y la conexión con esos hijos se han ido dejado de lado.

Y es que, a pesar de que los tiempos cambian, lo que no cambia es que criamos en tribu, pero pareciera que en el siglo XXI esta tribu ha mutado. Anteriormente, contábamos con un grupo de personas cercanas, que acompañaban y guiaban el sano crecimiento de este niño.

En cambio, hoy algunos ya no cuentan con esas personas tan cercanas y se aferran a las pantallas como cuidadores, a los docentes virtuales y las comunidades de redes sociales que van aconsejando según su experiencia.

El mundo está cambiando constantemente. La manera de comunicarnos, aprender, interactuar, alimentarnos y hasta criar han mutado radicalmente. Pero, además, los descubrimientos científicos han avanzado de forma vertiginosa aportando nuevos datos sobre el cerebro de los niños y adolescentes; y sus necesidades básicas para desarrollarse sanos física y mentalmente.

En cuanto a la crianza, los retos son cada vez mayores. Así como la tribu va mutando también nos encontramos con que nuestros hijos tienen nuevas necesidades: la microbiota intestinal, la tecnología y la salud mental son sin duda los principales desafíos que debemos afrontar.

Los últimos 15 años nos han revelado acerca de la diversidad de microbios que viven en nuestro intestino y su importancia para disfrutar de salud mental toda la vida. Investigaciones revelan que nuestra salud intestinal, y por consiguiente la salud mental, se construye bajo la impronta que hayamos dejado en la infancia. ¿Sabemos cómo acompañar a nuestros hijos en el sano desarrollo de esa microbiota?

En cuanto a la tecnología, entramos en tierra de nadie. Nos sedujeron con dispositivos electrónicos diseñados para facilitarnos la vida y a un click de la felicidad. Nos entregaron videojuegos, redes sociales y múltiples opciones de entretenimiento sin una advertencia en negrita y grande: crean adicción, porque activan los mismos circuitos de recompensa y la misma hormona (dopamina) que cualquier otra droga: por ejemplo, la cocaína.

Y al observar a millones de adultos adictos a estos aparatos, que iniciaron su “consumo” una vez que su cerebro ya se había desarrollado. Debemos alarmarnos de ver con la facilidad con la que se le entrega un teléfono a un bebé de un año para que se calme ante un desborde emocional, una tableta a un niño de tres años para que espere, un videojuego a un niño de ocho años para que “socialice” y un teléfono a un adolescente de 12 años para que “no se quede afuera”. ¿Sabemos cómo, cuándo, cuánto y de qué manera debemos introducir los dispositivos?

Es una realidad: la salud mental de millones de niños día a día es más frágil. En medio de la pandemia de COVID-19, los casos de depresión y ansiedad se duplicaron entre los niños y adolescentes.

Según la Asociación Panamericana de la Salud, el 50% de las enfermedades mentales en adolescentes en el mundo surgen antes de los 14 años y el suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes de 14 a 29 años.

Y lo más peligro es que una vez que el cuerpo activa este tipo de alarma ante una situación de estrés tóxico, en el futuro cuando enfrente eventos estresantes más leves, se vuelve a activar. Por eso, conocer las señales de alarma se vuelve una necesidad imperativa de padres y docentes. Educar a los niños en salud mental y en necesidades básicas de su cerebro y romper estigmas para poder buscar ayuda a tiempo son los pilares en esta nueva pandemia.

En la era de la información es nuestra responsabilidad estar informados. Con un poco de evidencia científica y nuestro instinto tendremos las herramientas necesarias para lograr exitosamente el trabajo más importante de nuestra vida: criar.

(*) Carina Castro Fumero es neuropsicóloga pediátrica. Se capacitó en universidades y centros en Costa Rica, Argentina, España y Estados Unidos, especializándose en Neurodesarrollo. Trabaja en el área de la salud mental de manera individual y en centros de intervención interdisciplinaria. La especialista estará en la Argentina el próximo 23 de junio con la conferencia “Desafíos de la Crianza del Siglo 21″. Encuentro presencial de la mano de Mamás Felices.

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