Lunes
15 de Septiembre de 2025
POLICIALES
14 de septiembre de 2025
El trágico desenlace de un caso de violencia vicaria en Uruguay conmociona a la sociedad, después de que un hombre secuestrara y asesinara a sus dos hijos para luego suicidarse, en un hecho que pone en debate la falta de respuestas del sistema judicial.
Uruguay se conmocionó por un crimen que puso en evidencia los puntos ciegos del sistema judicial frente a la violencia de género. La angustia de Micaela Ramos se hizo pública a través de las redes sociales con un video en el que pedía ayuda desesperadamente para encontrar a sus dos hijos, Alfonsina y Federico, de 2 y 6 años. La mujer, que había denunciado a su ex pareja, Andrés Morosini, de 28 años, por violencia psicológica, relató que el hombre había entrado a su casa y se había llevado a los menores en su auto, un BYD rojo.
La búsqueda se desplegó rápidamente en Soriano, un departamento vecino a la Argentina, pero el operativo tuvo el peor final. Al día siguiente, la policía encontró los cuerpos sin vida de los dos niños y el de su padre dentro de su auto, hundido en el arroyo Don Esteban, en el departamento de Río Negro. La noticia generó una fuerte conmoción en todo el país, que se manifestó en las calles de Montevideo para reclamar por este trágico caso de violencia vicaria, un tipo de violencia de género en la que el agresor daña a sus hijos para castigar a la madre.
La reconstrucción de los hechos, realizada por medios locales, indica que Morosini condujo a una velocidad promedio de más de 132 kilómetros por hora durante una hora antes de llegar al arroyo. Las pericias revelaron que el hombre había frenado el auto antes de llegar al cauce de agua y se arrojó con las ventanillas abiertas para que el vehículo se inundara, impidiendo que los menores pudieran escapar. La policía llegó al lugar gracias a las huellas que el auto dejó en un camino paralelo a la ruta, y aunque inicialmente se pensó que el padre había escapado, al día siguiente se encontró lo peor.
El caso pone el foco en el accionar de la justicia. Días antes del crimen, la madre de los niños había solicitado a la justicia que se le impongan medidas cautelares a su ex pareja, aunque se negó a contar con custodia policial y no pidió protección para sus hijos. La jueza del caso, Beatriz Giordano, dispuso la restricción de acercamiento de 50 metros a Morosini, sin tener en cuenta la violencia vicaria que se manifestaba en el caso. Ante la tragedia, la Suprema Corte de Justicia inició un sumario a la magistrada para investigar posibles irregularidades en su accionar.
La familia, y ahora la sociedad uruguaya, se pregunta por qué el sistema no actuó a tiempo. En un audio de WhatsApp de 10 minutos que Morosini envió a su cuñada, el hombre reveló el oscuro plan que tenía en mente. "No puedo irme de este mundo sin mis hijos", expresó el agresor, quien también relató que había intentado suicidarse en varias oportunidades. El audio es una evidencia de los graves problemas de salud mental que enfrentaba y que la justicia no supo o no pudo ver. El caso deja una profunda herida en la sociedad uruguaya y reaviva el debate sobre la necesidad de mejorar los sistemas de protección ante la violencia de género.
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