Domingo
14 de Septiembre de 2025
POLITICA
14 de septiembre de 2025
La reducción de la pobreza durante la gestión de Javier Milei es objeto de debate, con cifras que siembran más dudas que certezas sobre la realidad social del país.
El gobierno de Javier Milei celebra una supuesta mejora en las cifras de pobreza e indigencia, un dato que ha sido utilizado por el presidente para afirmar que 12 millones de argentinos salieron de esa condición. Si bien es cierto que las mediciones privadas muestran un descenso en estos indicadores durante el primer trimestre del año, los expertos advierten que las cifras oficiales cuentan una historia distinta, mucho menos espectacular. Los números, ajustados a la realidad, muestran que la reducción es de apenas la mitad de lo que sostiene el mandatario.
El principal punto de discordia radica en la metodología de medición. Los especialistas señalan que la comparación más adecuada debería ser con el tercer trimestre de 2023, un período que incluye el impacto del aguinaldo, similar al efecto que la desaceleración de la inflación tiene en el primer trimestre de este año. Al hacer ese ajuste, la cantidad de personas que dejaron de ser pobres se reduce drásticamente de 6 millones a poco más de 3 millones. La mejora, entonces, parece ser más un rebote coyuntural que un cambio estructural en las condiciones de vida.
A pesar de la baja en las estadísticas, los expertos en la materia se muestran cautelosos. Gonzalo Carrera, de la consultora Equilibra, y Leopoldo Tornarolli, del CEDLAS, coinciden en que el descenso es frágil. La mejora, explican, se debe principalmente a una desaceleración de la inflación que permite a los hogares recuperar marginalmente su poder adquisitivo. Sin embargo, esto no se traduce en una mejora sustancial en la calidad de vida. Las personas siguen viviendo en las mismas condiciones, con trabajos precarios y salarios estancados, lo que demuestra que la pobreza es un problema multifacético que no se resuelve únicamente con un indicador.
La discusión se profundiza al analizar los salarios y el empleo. El empleo formal sigue estancado y el trabajo informal crece, con remuneraciones cada vez más bajas. Según el INDEC, los salarios registrados aún están muy por debajo de los niveles de finales de 2023, con una pérdida de poder adquisitivo significativa. En este escenario, es difícil que la mejora en las cifras de pobreza se sostenga en el tiempo. Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, señala que la única mejora genuina se ve en la indigencia, gracias a la caída en la inflación de alimentos y a la asistencia social, pero el panorama general es mucho menos alentador.
Por último, la validez de la propia medición está en entredicho. La canasta básica, que se utiliza para definir el umbral de pobreza, no se actualiza desde hace años y no refleja los patrones de gasto actuales de los hogares, donde los servicios, las tarifas y el transporte tienen un peso mucho mayor. Con una metodología más precisa, los niveles de pobreza serían considerablemente más altos, posiblemente superando el 40%. La caída de la pobreza, por lo tanto, podría ser un espejismo estadístico, un fenómeno metodológico más que un cambio real en el bienestar de la sociedad. Esto deja una pregunta abierta: ¿las mejoras que se anuncian son un reflejo de la realidad o simplemente de la forma en que se miden los datos?
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