A medida que se acerca el cierre de listas para las próximas elecciones legislativas, un fenómeno político y cultural de la década de 1990 parece resurgir en Argentina. Figuras del espectáculo, vedettes y personalidades televisivas vuelven a ser protagonistas en la arena política, un patrón que evoca la era del expresidente Carlos Menem, a quien el actual mandatario, Javier Milei, a quien reconoció como un ídolo.

Las especulaciones se centran en dos nombres mediáticos. Por un lado, Karen Reichardt, ícono televisivo de los años 90 y exchica Playboy, se perfila como una de las candidatas a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires en la lista de La Libertad Avanza (LLA), acompañando a José Luis Espert. Reconocida por su participación en programas y obras de teatro de la época, Reichardt ha manifestado públicamente su apoyo a las ideas libertarias.

Paralelamente, en Corrientes, las versiones periodísticas sugieren que la actriz y panelista televisiva Virginia Gallardo podría ser candidata en las listas del oficialismo libertario. Su posible candidatura ha sido señalada como un ejemplo de la "cholulocracia", un concepto que describe la influencia de la farándula en la política, una tendencia que tuvo su apogeo durante el menemismo.

Este acercamiento entre la fama y el poder político subraya una vez más la delgada línea entre el entretenimiento y la vida pública en la Argentina. Con un presidente que abiertamente admira al exmandatario riojano, la reaparición de vedettes y figuras del espectáculo en las listas electorales consolida la idea de que la política de hoy, al igual que en los 90, se parece cada vez más a un "casting" en el que el reconocimiento público se convierte en un activo fundamental para la carrera electoral.