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28 de julio de 2025

“Me decían marimacho, que no era mujer”, la Locomotora que eligió el boxeo para cambiar su vida

La deportista fue víctima de violencia de género.

Alejandra “Locomotora” Oliveras, la multicampeona mundial de boxeo femenino fallecida este lunes a los 47 años, no llegó al deporte por gloria o por tradición familiar. Su historia, marcada por la pobreza, la violencia y la exclusión, la empujó a los guantes como una herramienta de defensa, de empoderamiento y, sobre todo, de supervivencia.

“El boxeo lo elegí porque no tenía otra, no tenía ni para comer”, dijo alguna vez sin vueltas, con la crudeza de quien convirtió el dolor en coraje.

Crecida en condiciones de extrema vulnerabilidad, Oliveras fue víctima de violencia de género desde muy joven. En una de las situaciones más traumáticas de su vida, su entonces pareja llegó a herir a su hijo.

Fue ese hecho el que la empujó a entrenarse para poder defenderse. Así fue como, a los 14 años, comenzó a golpear bolsas, sin pensar que eso le abriría un camino profesional. El boxeo fue, en sus propias palabras, su segunda oportunidad: “Ahi volví a nacer”, recordaba.

Su debut, sin embargo, fue tan improvisado como revelador. A los 17 años, aceptó subirse a un ring en una pelea entre vecinas, convocada por un exboxeador que la escuchó contar su historia por radio.

Su potencia y su hambre de revancha llamaron la atención de inmediato. Lo que comenzó como un acto de resistencia se transformó en una carrera de alto nivel: fue campeona del mundo en seis oportunidades, en tres categorías distintas, y se convirtió en una de las boxeadoras más reconocidas de América Latina.

Pero su impacto trascendió el cuadrilátero. Alejandra Oliveras fue también símbolo de lucha y superación, una voz potente contra la discriminación y la violencia machista.

“Me decían que no era mujer, que era un marimacho. Le gané a todo eso, arriba y abajo del ring”, dijo en una entrevista reciente. En sus últimos años, motivaba a través de redes sociales, daba charlas, estudiaba Psicología y entrenaba a jóvenes con historias parecidas a la suya.

La “Locomotora” peleó hasta el final. Su legado, mucho más allá de los cinturones, quedará como ejemplo de que el boxeo puede ser mucho más que un deporte: puede ser una forma de salvarse.

 

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