Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences revela que las "nor’easters" -tormentas invernales que azotan la costa este de Estados Unidos- podrían ser un 20% más destructivas debido al cambio climático. 

Estas tormentas, como la histórica de 1993 que dejó más de 200 muertos, se intensifican por el contraste entre el aire ártico y el cálido Atlántico.

La investigación, liderada por el científico climático Michael Mann, analizó 900 tormentas entre 1940 y 2025. Los datos muestran que los vientos de los "nor’easters" más fuertes han aumentado un 6% desde 1940, lo que equivale a un 20% más de poder destructivo. Además, las tasas de lluvia y nieve crecieron un 10%.

Mann, quien quedó atrapado durante una de estas tormentas en 2010, explicó que el calentamiento global reduce su frecuencia pero aumenta su intensidad. "El Ártico se calienta más rápido, disminuyendo el contraste de temperaturas que las genera, pero las que ocurren son más violentas", detalló.

El estudio alerta que ciertas ciudades costeras podrían subestimar su riesgo ante estos fenómenos. "Más evaporación por océanos cálidos significa lluvias y nevadas extremas", señaló Mann, destacando que el impacto en zonas pobladas sería devastador.

Conclusión clave: aunque habrá menos tormentas, su potencial de daño crecerá, exigiendo mejores preparativos para proteger vidas e infraestructuras.