En marzo de 1994, Omar Carrasco, un joven de 19 años de Cutral Có (Neuquén), ingresó al Servicio Militar Obligatorio en el Grupo de Artillería 161 en Zapala. A los pocos días, sus padres fueron al cuartel a visitarlo, pero les dijeron que era un desertor. Sin embargo, su cuerpo fue hallado 15 días después, a pocos metros del cuartel, con signos de haber sido brutalmente golpeado.

Carrasco había sido sometido a malos tratos por parte del subteniente Ignacio Canevaro y dos soldados más, Víctor Salazar y Cristian Suárez, quienes lo hostigaron y golpearon. Aunque se dijo que murió por un golpe, una segunda autopsia reveló que vivió entre 48 y 60 horas después de la golpiza, y falleció por mala atención médica dentro del hospital del cuartel. El encubrimiento fue evidente: se alteraron documentos médicos, hubo una paciente ficticia y consumo anormal de desinfectantes.

El caso generó una fuerte reacción social: marchas, denuncias de maltratos en cuarteles y una gran cobertura mediática. La presión llevó al presidente Carlos Menem a firmar, en agosto de 1994, el decreto que abolió el Servicio Militar Obligatorio en Argentina.

En el juicio, Canevaro fue condenado a 15 años de prisión y los dos soldados a 10 años, mientras que un sargento recibió tres años por encubrimiento. Sin embargo, en una segunda causa por encubrimiento, los responsables fueron sobreseídos en 2005 por prescripción, luego de múltiples trabas judiciales. El peritaje clave que responsabilizaba a los médicos no fue considerado en el juicio.

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