En un juicio abreviado, el acusado, que ya tenía antecedentes penales, confesó haber sido el autor de los hechos ante el tribunal y aceptó la pena que se le dictó por “abuso sexual simple agravado por el vínculo y la convivencia preexistente con una menor de 18 años”.

Todo empezó cuando la nena le contó a su mamá lo que su hermano le había hecho. Le explicó que se quedaron solos porque el agresor había enviado a sus otros dos hermanos, de 5 y 10 años, a comprar a un almacén. Fue en ese momento que él aprovechó para cometer el abuso.

La madre, que presentó la denuncia, enfrentó a su hijo mayor, pero él negó la situación, insultó a su hermana y la acusó de inventar todo.

Todo empezó cuando la nena le contó a su mamá lo que su hermano le había hecho. Le explicó que se quedaron solos porque el agresor había enviado a sus otros dos hermanos, de 5 y 10 años, a comprar a un almacén. Fue en ese momento que él aprovechó para cometer el abuso.

La madre, que presentó la denuncia, enfrentó a su hijo mayor, pero él negó la situación, insultó a su hermana y la acusó de inventar todo.

Horas más tarde, la tía del imputado se presentó en su casa y enfrentó al chico, pero él volvió a desmentir las acusaciones y se encerró en una habitación.

Minutos después, los familiares escucharon un ruido fuerte afuera y fueron a investigar. Allí, se encontraron con una escena estremecedora: el joven se había lanzado desde el techo luego de haberse colocado un cable en el cuello y de atarlo a un tanque de agua.

Ante el intento de suicidio, los padres y la tía lo liberaron, y llamaron a la Policía. Cuando los médicos de una ambulancia intentaron asistir al chico, se puso agresivo y se resistió al traslado.