Hartos. El “juuugaaadoooreee”, la más intestina de las recriminaciones de cancha, apunta directo al grupo de jugadores de Boca que no le pudo ganar al voluntarioso Deportivo Riestra. Ni el desahogo por los cuatro penales que atajó Leandro Brey, ni la ilusión que despierta el arribo de un nuevo DT, ni el gol de Edinson Cavani. Nada maquilla la bronca del público contra un equipo que no los representa, ni en las buenas ni en las malas.

Fernando Gago hace malabares, discursivos y tácticos, y los jugadores corren, a veces alienados, para cumplirle al DT. El diluvio en forma de centros que cayó dentro del área de Riestra es la síntesis. Ante el primer obstáculo, Boca pierde la calma. De eso se trata, de parar la bocha. Porque el descontrol (léase Pol Fernández hachando a un rival en el minuto mil para evitar otra derrota) no conduce a nada.

   

¿Cuál es, entonces, la gran carencia de este equipo cuestionado? ¿Las formas, acaso? El de Diego Martínez lucía pequeño en condición de visitante. El de Fernando Gago, para revertirlo, por ahora es desequilibrado y anárquico. No se trata de “huevos”; es el funcionamiento, lo que no funciona; eso desencadenó el hartazgo.

Boca ahora necesita paz. Gago, antes de Vélez, “el partido”, tendrá tiempo para bajar su línea, recuperar futbolistas y ordenarlos. El único título posible, que además vale un pasaje a la próxima Copa Libertadores, no es una chance si los jugadores siguen en shock por todo lo que pasó. La Bombonera habló.

La semana para River es aún más compleja. El Millonario increíblemente se quedó sin gol. Marcelo Gallardo lo reconoció después del 0 a 0 frente a Defensa y Justicia. Deberá hacer tres, de mínima, frente al buen Atlético Mineiro, y conservar su arco en cero, algo que parece aún más difícil.

Da la impresión de que la lectura inicial de Gallardo fue correcta. Ante la falta de una pretemporada fortaleció la defensa, diseñó una estructura copera. Esa es justamente la gran derrota. La goleada en contra en Belo Horizonte. Por eso es tan complicada la misión del miércoles: hay que patear el tablero y montar un River súper ofensivo y efectivo: ¿podrá? ¿alcanzará? Alguno se deberá hacer cargo adentro de la cancha, de la pelota y de la ansiedad general.

Boca y River viven estos días al borde de un ataque de nervios. Boca por lo que no fluye. River por lo que tiene que edificar. Hay algo que deben comprender unos y otros: nada será posible sin serenidad, sin lucidez. Estas historias continuarán…

Fuente: TN deportivo

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