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31 de octubre de 2022

Víctimas por error, un hecho que se consolida en las calles de Rosario

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Si bien el Observatorio de Seguridad Pública indica que es un fenómeno con números en baja, estos crímenes son socialmente conmocionantes

Josefa Estela Retamozo tenía 62 años y más de 40 de residencia en ese bastión de resistencia rosarina llamado Villa Manuelita, en el sudeste de la ciudad. La mujer no se resignaba a abandonar los hábitos que había mantenido toda su vida. El martes al anochecer, cuando junto a su compañero Rito estaba levantado el equipo de mate y las reposeras en las que habían compartido el fresco de la tarde y se disponían a entrar a mirar el noticiero de la tele, vieron como un auto oscuro llegaba por Spiro al 500 desde la calle que da a la barranca que bordea el acceso Sur. “Le tiraron a uno de los pibes que vende acá atrás. Se escucharon dos disparos. A ella le pegó uno que rebotó en la pared y cayó en la puerta”, contó a La Capital un vecino de la cuadra. “Estaban tomando mates en la puerta de su casa y ella no pudo escapar a los disparos porque tenía problemas en las piernas y se enredó con las reposeras en las que estaba sentado con su marido”, explicó una vecina. Josefa Retamozo murió por error. No era destinarla directa de las balas disparadas sin piedad y que le quitaron la vida. Murió por una agresión dirigida a otro, en este caso a un soldadito de “Los pibes de Spiro” que estaba en el pasillo contiguo a la casa de Josefa.

Según el Observatorio de Seguridad Pública (OSP) de Santa Fe en su informe mensual de homicidios “en lo que va del año (hasta el 30 de septiembre) se registraron en la provincia 12 homicidios en los que la víctima no fue destinatario/a principal de la agresión (3,9%). Este porcentaje es inferior a los registrados para 2020 y 2021”. De acuerdo a ese informe, de esos 12 hechos 11 tuvieron lugar en el departamento Rosario. Crímenes “por error” o “donde la víctima no era el objetivo del ataque. El restante ocurrió en el departamento La Capital, cuya cabecera es la ciudad de Santa Fe. Siguiendo los datos de la fuente oficial, en 2020 hubo 18 casos cos esas características (el 8,4% del total) y en 2021 fueron 23 víctimas (un 9,8%).

El último informe del OSP hace el corte estadístico en 222 homicidios en el departamento Rosario al 30 de Septiembre. Hoy, de acuerdo a registros elaborados por este diario a partir de datos oficiales, la cantidad de crímenes en Rosario asciende a 242, dos menos de los que considera el organismo provincial. Y siguiendo el estudio del Observatorio, esta ciudad y las que componen el departamento ya superó la cantidad de muertes de todos los años que sucedieron a 2013 (271 homicidios) y 2014 (254). Otro dato conmocionante del informe es la cantidad de mujeres asesinadas en lo que va del año en Rosario. En los primeros nueve meses del año ya son 52 víctimas (el 23,4%), más del doble que en 2021 (24 víctimas) y casi tres veces más que en 2020 (19). “El porcentaje de víctimas mujeres es el más alto de la serie (en cuanto a la provincia). En Rosario se observa una situación similar, donde casi la cuarta parte de las víctimas son mujeres”, dicen textualmente el relevamiento.

 

Un campo santo

La violencia sostenida en las calles de Rosario y los cambios de paradigmas entre quienes regentean los territorios bajo fuego han generado que las muertes de víctimas “por error” (donde los muertos no son los destinatarios principales de la agresión) han dado un salto cuantitativo y cualitativo en la violencia altamente lesiva. El fenómeno parece haberse disparado a partir de la guerra por venganza desatada a partir de los asesinatos de Martín “Fantasma” Paz (el 8 de septiembre de 2012) o el de quien por entonces era su cuñado, Claudio “Pájaro” Cantero (el 26 de mayo de 2013), según el hecho que se tome como unidad disparadora del crecimiento criminal. Antes de esas fechas era muy poco frecuente encontrar abuelas, madres o niños asesinados como víctimas colaterales de peleas y disputas callejeras.

Este tipo de incidencias no es novedosa. Ya el 18 de marzo de 2018 este diario había publicado un informe titulado “Desde 2012 hubo medio centenar de víctimas asesinadas «por error»”. En la nota se indicaba que “desde el año 2012 al menos medio centenar de personas murieron en Rosario como consecuencia de «venganzas equivocadas, fuego cruzado entre pandillas, balaceras mafiosas contra viviendas o negligencia policial». La cifra no es exacta porque hay muchos casos dudosos o no esclarecidos y cabe aclarar que este conteo no incluye a víctimas de venganzas anunciadas y sin «errores» que, en el contexto creciente de violencia, merecen un abordaje aparte”.

En este conteo se incluyó el Triple Crimen de Villa Moreno (perpetrado el 1º de enero de 2012 en el fueron asesinados por error Claudio Suárez, Adrián Rodríguez y Jeremías Trasante), un caso que llegó a juicio con altas condenas para sus ejecutores. Los de Irina Rojas y Fabio Costas, ocurrido el 18 de marzo de 2012 cuando se besaban en Vuelta de Obligado y Gutiérrez y Dardo Basualdo confundió a la chica con su novia por lo que al creer que estaba siendo engañando los ejecutó. Y también los crímenes “por error” de Lorena Ojeda y Javier Lisandro Fleitas, cometidos en noviembre y diciembre de 2016, respectivamente. Por esos dos crímenes fueron condenados a prisión perpetua en abril de 2021 el ex jefe de la barra brava de Newell's Old Boys Emiliano “Jija” Avejera, Enrique “Cable” Solís y José Damián Puchetta. Fleitas fue confundido con Lisandro “Lamparita” Funes, el real blanco del ataque, y Lorena con Brisa, su hermana y objetivo del ataque.

Según pudo reconstruirse con el diálogo de vecinos e investigadores, el primer asesinato de 2022 fue “por error”. Un sicario golpeó la puerta de una humilde casa ubicada en pasaje Franco al 2000 y cuando Natalia Andrea Longhi, una viuda de 47 años y madre de dos nenes se asomó para ver quién era, un sicario la ejecutó con un balazo en la cabeza y otro en el tórax. El asesino habría errado la dirección.

También tres niños fueron víctimas inocentes en otros tantos triples crímenes. Elena Giménez, de poco más de un año, en el asesinato cometido en Ybarlucea a la salida de una fiesta de casamiento narco el 29 de enero pasado en el que fueron ejecutados sus padres; y Ciro Caminos, de 1 año, asesinado el 23 de abril junto a sus papás en Colombia al 1300 bis. La investigación del tercer caso marca que toda una familia fue víctima mortal ajena a cualquier conflicto. Fue el 6 de mayo último. Las víctimas fueron Rodrigo Morera, Aymara Altamirano y la pequeña hija de ambos, Auriazul, de seis años, todos ellos acribillados por error cuando fueron a buscar un bolsón de mercadería a la casa de la abuela de la joven, en la calle Garibaldi al 100, en Rosario. Los confundieron con otra pareja perseguida por un grupo de sicarios en auto.

Esos episodios marcan que la presencia de niños no es obstáculos para los sicarios y tiratiros. No tienen reparos cuando aprietan el gatillo. Los chicos no los intimidan aunque podrían ser sus propios hijos. Así, el exterminio de una familia también puede significar parte de un mensaje en un terrible cambio de paradigma.

En la trágica lista también se pueden contar los casos de Brian Sperling, un pibe de 16 años asesinado el 5 de abril en Génova al 2600, en Empalme Graneros, cuando fue confundido con otro chico; David Paredes, el empleado de mantenimiento del Colegio San José ejecutado el 23 de abril cuando buscaba a su hija en un cumpleaños de 15 en Felipe Moré al 600 bis, en el barrio Ludueña; Magdalena Nélida Acosta, una jubilada de 74 años muerta a balazos el 6 de mayo por pedirle a unos tiratiros que se dejaran de andar a los balazos en el pasaje Rafaela al 5200 de Ludueña porque había pibitos jugando.

La noche del 23 de julio Claudia Deldebbio y su hija Virginia Ferreyra, profesora de danzas árabes, fueron atacadas a balazos cuando esperaban el colectivo en Maestros Santafesinos e Isola por un grupo de enajenados que dispararon contra la torre 11 de los monoblocks del complejo edilicio del Parque del Mercado y les “molestó” que fueran testigos de semejante ataque. Deldebbio murió en el lugar. Virigina agonizó dos meses y murió el 24 de septiembre.

La tarde noche del sábado 6 de agosto Esteban “Chucho” Cuenca fue asesinado a balazos en las inmediaciones de Vélez Sársfield y Magallanes cuando repartía empanadas que vendían para recaudar fondos para un viaje que un equipo de fútbol de barrio Ludueña debía hacer. Graciela Carrizo tomaba mate con su hija embarazada de seis meses la tarde del 4 de septiembre en una placita del Pasaje 544 y Bermúdez, un solar que ella había ayudado a construir en el barrio Molino Blanco cuando fue alcanzada por las balas. Los mismos ejecutores terminaron con la vida de Jonatan Nicolás Schneider, de 31 años, quien pasó con su bicicleta a pocos metros de la plaza ubicada frente a la casa de la mujer. Mauricio Ezequiel “Chapu” F., de 27 años, fue acusado por el fiscal Gastón Avila como quien intervino en el doble crimen junto a un sobrino adolescente de Schneider al que le dicen “Monito”. Carrizo, de 58 años, como todos los nombrados en esta triste crónica, era ajena al conflicto entre agresores y agredidos.

 

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