Según el relato de los testigos, el menor guardó el arma calibre 22 en su mochila y en uno de los recreos se la enseñó a sus amigos. Minutos después fue él mismo quién le contó a una de sus maestras sobre la “travesura” que había hecho y de inmediato las autoridades reportaron lo sucedido a la policía.

En la investigación se constató que se trataba de un arma "calibre 22 corta, con empuñadora de color negro y numeración suprimida" que no tenía balas y, por este motivo, no estaba preparada para su uso, pero, aun así, significó un gran peligro para los menores.

Cuando su madre llegó a la institución señaló que no sabía que el adolescente había agarrado y guardado el arma que estaba escondida en el placard de su cuarto, mientras que la misma fue incautada por la policía.

Según se informó, una psicopedagoga trabajaba en conjunto con el menor y la familia para saber el motivo por el cual decidió agarrar el arma, mientras que la justicia investiga por qué la mujer la tenía sin registrar y en su casa.

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