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7 de julio de 2021

Carlos Reutemann, uno de los mejores pilotos de la Fórmula 1

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Empezó a manejar a los siete años en el campo familiar y en 1981 fue subcampeón mundial. Admirado y respetado en todo el ambiente de la Máxima, fue el último argentino que ganó y sumó puntos en la categoría.

El deporte argentino se viste de luto: Carlos Reutemann murió este miércoles a los 79 años luego de pasar varios días internado con un delicado cuadro de salud. La noticia la confirmó su hija, Cora, a través de las redes sociales. “Papá se fue en paz y dignidad después de luchar como un campeón con un corazón noble y fuerte que lo acompañó hasta el final. Siento orgullo y bendición por el padre que tuve. Sé que me acompañará todos los días de mi vida hasta que nos volvamos a encontrar en la casa del Señor”, escribió en su cuenta de Twitter.

“Cada cosa que conseguí en mi vida me costó un huevo y la mitad del otro”, dijo Carlos Alberto Reutemann en una entrevista con CORSA en 2007. Cuánta verdad en sus palabras para alguien que de “chico hacía cinco kilómetros a caballo para ir a una escuela rural”, como recordó una vez. De aquellos días en el campo de Santa Fe a acariciar la gloria en el glamour de la Fórmula 1 y a tener una carrera política de 30 años. En sus inicios podría haberse consolidado en lo económico en el automovilismo nacional, pero apostó por ir a Europa detrás del gran sueño. La luchó y llegó a la cúspide del automovilismo. Y se transformó en un ícono del deporte argentino.

Nació el 12 de abril de 1942 y de chico le agarró el amor a los motores porque manejó los tractores y algún auto en su campo familiar. “Vivía en un campo de 600 hectáreas. Empecé a manejar a los siete años con un Ford A modelo ’29, por la independencia que tiene el campo y por la necesidad que también tiene el campo”, contó sobre su niñez, en la que también nació su apodo “Lole” porque miraba “lolechones”. Empezó a despuntar el vicio y sus primeros logros llegaron de forma amateur en las picadas de la capital santafesina, donde lo descubrió Américo Grossi, el que le dio la primera oportunidad en el automovilismo.

Grossi y su hermano tenían una agencia de autos y apoyaron a un piloto en el Turismo Nacional, que era Heriberto Bohnen. Cuando él se retiró en 1965, buscaron un reemplazante para correr su Fiat 1500. Hubo que elegir entre Luis Keller y un joven Reutemann, con 23 años en ese momento. Los llevaron a una prueba en Córdoba en un camino de ripio. “Nos escondimos en una curva con mi hermano. Primero pasó Keller, y aunque lo hizo velozmente, desaceleró al acomodar el auto para pisar nuevamente. Reutemann en cambio, venía bajando a fondo y así como venía dobló la ‘ese’ (la curva) y se fue. Eso decidió nuestra elección”, reveló Grossi.

El Lole debutó en La Cumbre el 30 de mayo de 1965 donde abandonó por la rotura de un caño de la lubricación. Para la carrera siguiente en Villa Carlos Paz, recorrió el trazado con un Citroën 2 CV de su padre para conocerlo a fondo. Fue el inicio de un ritual que repitió en todos los circuitos donde compitió en la Argentina y en todo el mundo. En sus comienzos en nuestro país señalizó algunos lugares con piedras. Esas referencias le valieron su debut triunfal a nivel nacional, el 11 de julio de ese año.

Se afirmó y en 1966 logró el título en la Clase D con cinco triunfos. Fue bicampeón en la misma divisional en 1967 con nueve victorias. En ésa temporada logró su primer éxito en los monopostos y venció en una serie de la Fórmula 1 Mecánica Argentina con un De Tomaso-Fiat. En 1968 fue protagonista en el Turismo Carretera con el famoso Ford Falcon “Angostado” con el que se impuso en un parcial en el Autódromo de Buenos Aires (28/07). A fines de ese año se estrenó a nivel internacional y participó de la temporada de la Fórmula 2 Europea. Fueron cuatro fechas, dos en Buenos Aires, una en Alta Gracia y otra en San Juan. Carlos corrió tres carreras con un Tecno-Cosworth y una con un Brabham-Cosworth, pero desertó en todas.

En 1969 se dio un hecho clave en su historia que fue la creación del equipo del Automóvil Club Argentino (ACA) en la Fórmula 2 Nacional, donde con BWA-Fiat obtuvo seis triunfos y se quedó con el campeonato.

Con el apoyo del Estado la escudería del ACA llegó en 1970 a la F2 Europea y el bautismo de Reutemann en el Viejo Mundo fue prometedor ya que lideró la primera carrera en Hockenheim, Alemania, contra varios de los mejores pilotos ya que en esa época los corredores de F1 también participaban en la F2. Aquella fue una temporada de aprendizaje y en la siguiente peleó la corona contra Ronnie Peterson, a la postre campeón. Ese año en debutó en la Máxima en una carrera sin puntos en Buenos Aires donde completó el podio con un McLaren-Cosworth.

Lole ya era padre familia y si bien el objetivo de la F1 era una realidad, no fue fácil. “En 1970 en la Argentina se ganaba buena plata. En el Sport Prototipos, los pilotos cobraban muy buenos sueldos. Ellos sacaban por mes lo que yo a duras penas pude ganar en un año en Europa. Recuerdo que a fines del año 1970 me vine de Europa con 1.200 dólares. Hasta en determinado momento pasaba hambre”, confesó.

Aunque se ganó un lugar en el ámbito internacional y con el aporte estatal debutó de forma oficial en la F1. Accedió a una de las butacas en Brabham, equipo que lo compró Bernie Ecclestone. En su estreno oficial, el 23 de enero de 1972, manejo un monoplaza BT-34. Carlos pateó el tablero e hizo la pole positions de local en un autódromo porteño que reventó de público. Culminó séptimo en la que fue la vuelta de la Máxima al Campeonato Mundial luego de doce años.

“Nunca creí lograr un registro tan destacado en clasificación. No creo tampoco que haya influido mucho en mí el hecho de correr en Buenos Aires. En cualquier otro lugar hubiera sido igual. Y cuando estuve detrás de Jackie Stewart (ganador) no me dio la sensación de ser inalcanzable. Por eso veremos qué pasa en las carreras futuras. Esa es mi duda. Saber qué lugar ocupo entre todos”, analizó. Pronto el gran circo supo de qué estuvo hecho el santafesino, que dos meses más tarde ganó una carrera sin puntos de F1, en Brasil. Y en Francia, en 1973, plasmó su primer podio al ser tercero.

l 13 de enero de 1974, largó séptimo en casa y tomó la punta. Tuvo un ritmo con el que repitió 20 veces el tiempo de vuelta en un dibujo largo y complejo como el Circuito 15 de Buenos Aires (en 1972 y 1973 se usó el Circuito 9). Lideró la carrera y el público deliró. Hasta hizo que el presidente Juan Domingo Perón se suba a un helicóptero desde la quinta de Olivos y se fuera al Autódromo. Era una fiesta. Pero en la última vuelta su auto se quedó sin nafta…

Sobre su enorme frustración de aquella carrera de 1974, luego confesó que “no pude dormir la noche del domingo. Varias veces me desperté sobresaltado y pensé que ahí, sobre la mesa, estaba la copa del triunfador. Parece una pavada, pero son cosas muy importantes y yo no me podía resignar inconscientemente a no haber ganado la carrera”, declaró.

La revancha llegó el 2 de marzo en Sudáfrica, donde logró su debut triunfal en el que prevaleció ante Niki Lauda. “Fue una carrera igual a la de Buenos Aires, con la única diferencia que en vez de escaparse un auto solo fuimos dos: Lauda y yo. Lo tanteé en una curva y cuando noté que esforzándome un poco más lo tenía, me tiré con todo y lo pasé. Él después se retrasó”, sostuvo Lole, que ese año repitió victorias en Austria y los Estados Unidos.

En 1975 solo venció en una vez, pero valió doble. Fue en el mítico Nordschleife, el circuito largo de Nürburgring con 22,8 kilómetros. Fue su última victoria con Brabham, equipo con el que continuó en 1976 hasta la carrera en Italia, cuando fue el tercer piloto de Ferrari. En la cita anterior en Holanda cerró su llegada a Maranello, en principio para reemplazar a Lauda quien se estaba recuperando de su terrible accidente en el mencionado escenario alemán. El austriaco volvió y corrió en la cita italiana. Y Lole fue noveno.

En 1977 fue compañero de Lauda en La Rossa, quien fue campeón ese año. Carlos, por su parte, venció en Brasil. En 1978, ante la partida de Niki a Brabham, quedó como piloto número uno y Gilles Villeneuve fue su compañero. Resultó su temporada más ganadora con cuatro triunfos: Brasil, las dos carreras en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, a la que consideró su mejor victoria. “Es la mayor satisfacción de mi vida. Fue el gran triunfo que siempre soñé. Me quedo con esta por encima de la de Austria ’74 por la definición de la carrera”, dijo tras imponerse. Ese día superó en el final –otra vez- a Lauda. Sin embargo, a pesar del buen nivel de la Ferrari 312 T3, toda la F1 se rindió ante los Lotus 78 y 79 y su efecto suelo (N. de la R: sistema aerodinámico que mejora la adherencia al piso y entrega más velocidad en las curvas) con los que Mario Andretti apabulló ese año.

Luego llegó el momento una mala decisión, aunque es fácil hablar con el diario del lunes. Se fue de Ferrari. “En el ’78 gané cuatro carreras y cuando volvía al box veía caras largas”, reconoció años más tarde. Tampoco tuvo el mejor vínculo con Mauro Forghieri, responsable técnico del equipo. Seducido por el nivel de Lotus, emigró al team inglés para 1979. No obstante, los otros equipos más importantes copiaron y mejoraron el efecto suelo. La escuadra de Colin Chapman no fue competitiva, Reutemann tuvo un mal año y la Scuderia (su ex equipo) fue campeón con Jody Scheckter.

Al terminar aquella temporada el joven equipo Williams logró cuatro triunfos gracias a su promisorio FW 07, un auto que hizo historia. Para encarar de la mejor forma su última parte en la F1, Lole supo que ése era su destino. Y Sir Frank Williams quiso contratarlo, pero con el reparo que el piloto número uno era Alan Jones… El australiano dominó en 1980. En tanto que Carlos se dio el lujo de ganar en Mónaco, la primera vez que sus hijas fueron a verlo a una carrera. Para 1981, el santafesino fue a todo o nada...

Se decidió a ser campeón, cueste lo que cueste. Aunque una serie de hechos lo perjudicó. Entre ellos la famosa cláusula de los siete segundos (si estaba delante de Jones a una diferencia menor, debía dejarlo pasar a Jones). Por esto Williams no le perdonó que en Brasil desobedeció la orden ceder ante Jones y esa victoria la pagó caro. Ganó una carrera sin puntos en Sudáfrica. El cambio de gomas de Michelin a Goodyear que afectó el rendimiento de su auto (con los neumáticos franceses sumó 37 puntos y con los norteamericanos, 12). “Empecé a perder el título por ese motivo”, admitió. Se sumó la falta de atención de su equipo en plena definición del campeonato. Por todo esto y al asedio de Nelson Piquet (Brabham), en la última fecha corrida en Las Vegas (USA), Lole perdió el título por solo un punto. Lideró el campeonato en 13 de las 15 fechas. “No sé qué se siente perder a un ser querido, pero creo que esto es muy parecido. Nunca en mi vida sentí un dolor tan grande”, aseguró.

Agotado, decidió colgar el casco a fines de ese año. Aunque Williams lo fue a buscar y lo convenció para seguir otra temporada. Pero en el inicio de 1982, solo su cuerpo estuvo presente en Sudáfrica y Brasil. Lole ya estaba en otro lado. Quince días antes de cumplir 40 años, anunció su retiro. “Ya no tenía el mismo entusiasmo, ya no hacía las cosas del mismo modo que antes, sentía indiferencia hacia todo, hacia la técnica, hacia el ambiente. Lo ocurrido en Las Vegas está olvidado y no tengo ninguna secuela. Sencillamente me faltan motivaciones… En fin, la F1 se terminó para mí ¡Que pase el que sigue…!”, sostuvo. Imaginó que Oscar Larrauri u otro podían tomar su lugar. Pero no. La Guerra de Malvinas afectó a nuestros pilotos en Europa y nunca más hubo un proyecto a largo plazo del Estado que apoye un camino a la Máxima. El propio Larrauri (1988/1989), Norberto Fontana (1997), Esteban Tuero (1998) y Gastón Mazzacane (2000/2001), llegaron por esfuerzos privados.

Su otra carrera, la política

En aquella competencia donde se quedó sin nafta puede decirse que Reutemann tuvo el primer contacto con la política. En el palco de honor recibió el saludo de Juan Domingo Perón quien le regaló una lapicera por no tener otra cosa a mano. Nueve años después de su retiro de la F1, fue tentado por el peronismo y en 1991 se postuló como candidato a Gobernador de Santa Fe, donde tuvo dos mandatos, de 1991 a 1995 y de 1999 a 2003.

También fue Senador Nacional por Santa Fe, cargo que ocupó hasta sus últimos días. En 1995 fue electo para ganar una banca en la cámara alta del Congreso Nacional y si bien su ciclo terminaba en 2001, al ganar otra vez la gobernación en 1999 dejó su puesto en el parlamento.

Aunque fue elegido otra vez como legislador para el periodo 2003-2009 y luego pudo renovar su banca por otros dos lapsos, de 2009-2015 y 2015-2021, cuando ya se alió a Cambiemos. Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 participó de las sesiones de forma virtual.

En tanto que en 2002 rechazó la propuesta de Eduardo Duhalde para ser candidato a Presidente en las elecciones de 2003. En ese momento Lole medía cerca de 40 puntos y con él Duhalde buscó tener el oponente para Carlos Menem.

 

 

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