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06/10/2024

Operación Lobo: la increíble historia del joven vasco que infiltró a ETA, llegó hasta la cúpula y casi aniquila a la banda

Fuente: telam

Mikel Lejarza Eguía, alias Gorka, protagonizó una de las operaciones de infiltración de un grupo clandestino más espectaculares, no sólo de España sino del mundo. Su historia deja lecciones sobre los vínculos de los aparatos de poder con estas bandas que supuestamente los desafían

>Mikel Lejarza Eguía -“Lobo” para los servicios, y “Gorka” para la ETA- es un vasco que, a los 25 años, fue el protagonista de una de las operaciones de infiltración en un grupo guerrillero clandestino más espectaculares, no sólo de España sino del mundo, por la velocidad con la cual fue ejecutada y por sus resultados.

Desde entonces, el Lobo ha publicado sus memorias y ha concedido varias entrevistas. Pese al desmantelamiento de la organización y los años transcurridos desde la llamada “Operación Lobo”, sigue viviendo bajo otra identidad.

La espectacularidad del atentado y lo sensible del blanco elegido desatan en la dictadura franquista el afán por dar una réplica contundente.

Es una película que enseña mucho sobre el verdadero funcionamiento del poder.

Un primer tema interesante es el del reclutamiento de Mikel Lejarza. Para quien se haya preguntado alguna vez cómo se infiltra una organización clandestina, el film da una versión que es la misma que da la familia de Lejarza, aunque él, en sus apariciones posteriores, se muestra como un hombre convencido, movido por su fe católica y su deseo de hacer algo por los demás, en este caso, frenando la violencia de ETA.

La verdad posiblemente esté a medio camino de las dos versiones. En el film, Lejarza, interpretado por Eduardo Noriega, es un periférico de ETA, no muy convencido, con amigos que ya están en la organización. Lo detiene la Guardia Civil en una redada. Los servicios de inteligencia, que ya están a la búsqueda de un topo, detectan las debilidades y dudas de Lejarza sobre ETA y lo presionan, insinuando que si no colabora, tendrá como mínimo un prontuario.

Lejarza cuenta otra historia: venía de una familia conservadora, católica y nacionalista (no separatista) y tenía amigos policías que lo fueron convenciendo. La debilidad de esta versión es que no explica por qué lo eligieron a él, que no tenía afinidad ni contacto con ETA.

Fernando San Agustín, que en 1975 era capitán del SECED (Servicio Central de Documentación), es decir, del servicio de inteligencia franquista, explica en el documental que un topo es el espía que, como el roedor, cava un túnel por debajo para socavar los cimientos de una organización y derribarla. Es justamente lo que hizo Lejarza.

Entre sus aptitudes, confirmadas incluso por ex miembros de ETA que lo trataron, estaba su don de gentes, su simpatía y su predisposición para resolver problemas. Inspiraba confianza y ETA bajó la guardia.

El SECED prácticamente no lo preparó: no había tiempo, tenían urgencia por mostrar resultados. En consecuencia, el derrotero de Mikel dentro de la organización dependió mucho más de su propia iniciativa que de un entrenamiento previo. Por otra parte, en una entrevista en febrero de 2023, él mismo explicó que, “en una infiltración, es el infiltrado el que tiene que armar su camino porque no hay una receta”.

De todos modos, destaca la importancia de sus “tutores”, como llama a los dos agentes del SECED que mantenían contacto con él y con los cuales va analizando los caminos a seguir. Pero ellos no están ahí todo el tiempo y muchas veces tiene que tomar las decisiones solo.

Cuando le ofrecen ser jefe de infraestructura de la ETA, contesta que necesita pensarlo. Y se toma dos días para responder, cuando le estaban abriendo las puertas del cielo. Una prudencia que daba más realismo a su conducta.

Pero volvamos al principio: una vez que acepta la misión, Mikel se suma a ETA en Bilbao, como un militante más, con el nombre de guerra “Gorka”. Las primeras misiones que le encargan son las de pasar armas por la frontera norte de España, desde Francia. El País Vasco francés es la retaguardia de ETA. Allí incluso cuentan con protección del Estado francés que hace algo más que la vista gorda, dirá Lejarza años después. Pensemos que estamos en la década del 70 y que todavía España vive bajo la dictadura franquista.

El destino interviene en su favor cuando sus dos camaradas de comando son detenidos y él logra escapar. Solo unos pocos miembros del servicio secreto saben que él es un topo. Para la Guardia Civil, Mikel Lejarza es desde ese momento un prófugo más de ETA a capturar. Pero esta circunstancia es una oportunidad de oro para la Operación Lobo: sus tutores le aconsejan que huya a Francia y retome contacto con la organización. En el país vecino está la cúpula de ETA y todos los cuadros “quemados”, o sea, detectados por las autoridades.

Hay un diálogo muy logrado en la película El lobo, entre Gorka y su “tutor”, encarnado por José Coronado, cuando éste le dice: “Les pasa a todos los agentes”, en referencia a que éstos ansían ver de inmediato resultados de la información que proporcionan, mientras que los servicios de inteligencia, las fuerzas de seguridad, los políticos, el gobierno, etcétera, tienen otros tiempos y otros intereses, no siempre confesables.

Otras desinteligencias son fruto de la descoordinación entre fuerzas. En un documental sobre la Operación Lobo, la periodista Pilar Urbano dice: “Los servicios de Estado eran flojos, estaban descoordinados, se solapaban, tenían distintos mandos, disciplinas, obediencia y objetivos. Ponen en riesgo la vida de Lobo”.

Uno de esos momentos en que la vida de Lobo estuvo en riesgo fue cuando, enterados de una reunión de ETA en un local en Francia, la policía española decide actuar a espaldas de los franceses y poner una bomba en el lugar, para lo cual recurren a un grupo parapolicial.

Concluida la etapa de preparativos en Francia, los etarras inician el regreso a España. Estamos en el segundo semestre de 1975. Un grupo va a Barcelona, otro a Madrid. Se distribuyen en los departamentos que Lobo consiguió en ambas ciudades gracias a sus contactos con “arquitectos”. En realidad, fueron provistos por el SECED que de este modo los tiene en sus garras.

Previamente, atracan un banco para conseguir fondos. La policía los intercepta y en ese hecho, en el que muere un policía, son detenidos Wilson y otro militante, Txiki.

El dato extraño, subrayado también por Pilar Urbano en el documental, es que la dictadura no fusiló a Wilson, pese a que conocía su implicación en el atentado contra Carrero Blanco que era supuestamente la afrenta que quería vengar.

Se produce en ese momento la segunda desinteligencia grave entre servicios y Guardia Civil. Disponiendo de los datos sobre la ubicación de los etarras en Madrid, gracias a Gorka pero sin saberlo, la policía decide proceder a las detenciones. En compañía de otros integrantes de ETA, Lobo se encuentra atrapado en un operativo montado para detenerlos. Como están todos armados y no dispuestos a entregarse se produce un feroz tiroteo en plena calle.

Finalmente su mensaje es escuchado y lo rescatan. Pero los ancianos son entrevistados por la prensa, y al día siguiente los diarios titulan: “¡Soy Lobo! ¡Soy Lobo!” La enigmática frase pronunciada por un etarra en huida está impresa en grandes letras de molde en los diarios.

A ETA ya le habían llegado rumores de que tenía un topo. Ahora saben que se llama Lobo. Gorka es el único sobreviviente del tiroteo. Por primera vez sospechan de él. Lo citan en el bar La Oca de Barcelona. Viene el n°1, Ezkerra (Iñaki Múgica Arregui), junto con José Ramón Martínez, alias Montxo, jefe de los comandos, y otros. Le dicen que han decidido seguir adelante con todo y le encargan trasladarlos a Madrid.

Pero los servicios ya saben que está en peligro y deciden actuar.

En total, gracias a la Operación Lobo, son detenidos 158 integrantes de ETA y quedó desarticulada toda la conducción de la organización.

Gorka desaparece.

No sólo sigue vivo sino que durante todos estos años siguió trabajando para los servicios. Cambió 5 veces de identidad y 27 veces de domicilio. Poco después de la Operación Lobo, conoció a la que es su esposa y madre de sus hijos.

La amenaza de ETA no fue la única que pesó sobre Gorka. Hubo un momento en que su presencia se volvió incómoda para el SECED y corrió el rumor de que los servicios evaluaron eliminarlo. Él no lo confirma pero sí siente que su labor no fue lo suficientemente reconocida.

Los ex etarras rehicieron sus vidas, amnistías mediante, mientras que él sigue clandestino. “Eso se lleva muy mal”, admite.

Mikel Lejarza dice que la fe lo impulsó: “Soy católico ferviente y quería hacer algo por los demás”. “He recibido agradecimiento de la gente normal -dice-, de los policías, nada”.

Terminada la redada en Madrid, él le ofrece a su oficial de enlace seguir en ETA. Quiere volver a Francia donde los pocos cuadros que han sobrevivido se están reorganizando y le asegura que él puede hasta llegar a conducirlos y reorientar su política, llevarlos a abandonar la lucha armada o, caso contrario, nuevamente desarticular la organización. En el film, el jefe le dice: “¿Y luego qué hacemos? ¿Montamos un estanco (quiosco)?”

Gorka confirma que esto fue así. Incluso cuenta que les pidió que le dieran un tiro en un brazo por ejemplo, para cubrirse frente a ETA y que no sospecharan. Además, sabía que en Francia, había cuadros de la organización que querían dejar las armas y formar un partido político y creía que podía contribuir a que lo hicieran. Me dijeron: “No, no, ya has hecho bastante. Déjanos a nosotros que tenemos todo controlado”.

“Acabar con ETA en ese momento no interesó”, dijo años después. Y se preguntaba si habría sido por triunfalismo o por qué otra motivación.

Por ejemplo, otro elemento que aparece en el film y que no es ficción, es la insinuación de que también Ezkerra era un topo, aunque no del mismo servicio. ¿Y qué sucedió en la vida real con este jefe de ETA? Pese a que supuestamente era el cerebro detrás de la muerte de Carrero Blanco, no fue condenado a muerte. La amnistía previa a los Pactos de la Moncloa lo dejó en libertad en 1977 tras pasar solo dos años tras las rejas. Se fue por un tiempo a Noruega, junto con Wilson -otro que zafó del fusilamiento-, y regresó a España poco después donde continuó con su militancia en el nacionalismo vasco.

Gorka volvió a aparecer en 2019, cuando publicó sus memorias, y en 2022 dio él mismo una conferencia de prensa para presentar un segundo libro, ambos escritos en coautoría con el periodista Fernando Rueda. En esta ocasión apareció caracterizado con peluca, barba y lentes.

También dio varias entrevistas radiales y televisivas (por teléfono) y dejó al menos dos definiciones interesantes e inquietantes.

El propio Gorka dice que la conducta de sus jefes no tenía sentido, “porque luego vinieron los años duros” de la organización.

Este 5 de octubre se cumplió en Argentina otro aniversario del asalto al cuartel de Formosa en 1975. Una operación militar descabellada de la organización Montoneros que le dio argumentos a los que querían derrocar al gobierno de Isabel Perón.

Acá demuestra Mikel Lejarza que es un patriota. Apunta a la verdadera razón de ser de ETA: dividir a España. Conocer sus intenciones permitiría también conocer a sus mandantes, entre los que no se cuenta el pueblo vasco precisamente, como bien le dice Gorka a Amaia cuando ésta lo acusa de traidor.

Fuente: telam

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