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7 de Octubre de 2025
7 de octubre de 2025
A 21 días del juicio por el femicidio de Cecilia Strzyzowski, reconstruye la historia desde el principio.
Era 24 de diciembre de 2021 César Sena y Cecilia Strzyzowski se cruzaron por primera vez, no en un café ni en la universidad: Fue en Tinder, la aplicación de citas. Lo que parecía un encuentro casual se convirtió en el inicio de una historia que pocos meses después conmocionaría a toda la provincia.
Desde el primer mensaje, César mintió. Dijo tener 27 años, cuando en realidad tenía 18 años recién cumplidos y todavía cursaba el secundario. Cecilia descubrió las inconsistencias, sus horarios, sus rutinas, y lo confrontó. Él terminó confesando la verdad. Aun así, siguieron viéndose. Poco después, decidieron convivir en la casa de Mercedes Valois Flores, tía abuela de Cecilia, en el barrio 500 Viviendas de Barranqueras.
Amor, boda y un divorcio exprés
El 16 de septiembre de 2022 se casaron en el Registro Civil de Resistencia. Fue una ceremonia pequeña a la que ningún miembro de la familia Sena asistió. Apenas cuatro días después, el 20 de septiembre, presentaron el pedido de divorcio conjunto. Según contó César, se trataba de “un tema de herencia”.
Pero para Cecilia fue una traición. En un mensaje a un amigo, el 7 de octubre de 2022, escribió: “No me importa la plata, es más, no le perdono que vendiera nuestro divorcio. Le puso precio a nuestro amor”.
Detrás del trámite relámpago estaba la madre de César, Marcela Acuña, quien deseaba terminar con el vínculo. Incluso, Cecilia firmó documentos sin saber qué decían, preparados por el abogado de Acuña. Tiempo después, un peritaje confirmó que la firma en la demanda no coincidía con la suya.
Aunque el divorcio se oficializó el 21 de diciembre de 2022, el vínculo no terminó. Siguieron viéndose, aún más unidos, pero también con sintomas de una relación tóxica.
El comienzo del infierno: control, celos y miedo
Con el paso de los meses, la relación mutó. Lo que había empezado como una historia de amor se volvió un vínculo de dependencia, manipulación y violencia.
César controlaba cada aspecto de la vida de Cecilia: tenía acceso a sus cuentas de WhatsApp e Instagram. Ella y su madre optaban por hablar por videollamadas para evitar que él leyera sus conversaciones. Cecilia dejó de ver a sus amigas, se aisló de su familia. Cuando iba a visitar a su madre, César insistía en acompañarla porque decía sentir “ansiedad y desesperación” si se quedaba solo.
La dependencia emocional se volvió evidente. En un mensaje del 3 de mayo de 2023, Cecilia le escribió a un amigo:“Estoy muy triste, pasó algo muy feo hoy entre César y yo, y necesitaba decírselo a alguien, pero no sé con quién hablarlo tampoco”.
Ese mismo día, volvió a escribir: “Siento que desperdicié casi dos años de mi vida, que todo daba vueltas alrededor de él. No me di cuenta de que dependo tanto de él hasta hoy. Si él se va, me quedo sin nada, todo, incluso mi trabajo, depende de él”.
Golpes, guillotinas y amenazas
La violencia física también apareció. Cecilia le contó a su ex pareja que César la había agredido usando técnicas de artes marciales. En otro mensaje, relató: “Estábamos discutiendo por una pavada y me dijo ‘cerrá el orto’. Yo me quise bajar de la camioneta y me metió de nuevo a la fuerza. Pero es la primera vez que es violento conmigo y me dio miedo”.
Ese día, según su testimonio, César le aplicó una “guillotina”, una maniobra de artes marciales que inmoviliza el cuello: “Me hizo una guillotina y como tiene mucha fuerza me lastimó. Dios, me da mucha vergüenza hablar de esto… Y ahora tengo miedo de eso, si ya cruzó esa línea que dice que no lo vuelva a hacer, y esta vez sí me lastime más”.
César le confesó que sufría problemas de ira y ansiedad, que se medicaba y que había intentado suicidarse. Incluso le dijo que “había golpeado a alguien hasta matarlo” en un ataque de furia.
El rechazo familiar y el “proyecto” en Ushuaia
La familia Sena nunca aceptó la relación, Marcela Acuña insistía en que debían separarse. Cecilia contaba que su suegra “la odiaba” y que cuando iba a la casa familiar debía quedarse en la planta baja.
La madre de Cecilia, Gloria Romero, estaba alarmada por el nivel de control: “Me preocupaba cómo la vigilaba. Sabíamos que tenía un arma y una navaja porque decía que era perseguido político”.
En mayo de 2023, surgió una nueva ilusión. César le habló a Cecilia de un trabajo en Ushuaia: $350.000 de sueldo, vivienda y empleo en la casa de gobierno. También mencionó abrir juntos un gimnasio. Era, en realidad, un engaño “cuidadosamente planeado en el seno de la familia Sena”, según la acusación fiscal.
Tan convencida estaba Cecilia que, la mañana del 2 de junio de 2023, buscó en Google: “Las 15 mejores chocolaterías de Buenos Aires”, “Qué puedo llevar en el equipaje de bodega” y “Tierra del Fuego prepagas”.
El último viaje: 1 y 2 de junio de 2023
La noche del 1 de junio, Cecilia salió con César de la casa de su tía abuela a las 23:00. Según él, el viaje empezaba. A la mañana siguiente, a las 09:14 del 2 de junio, ingresaron juntos al domicilio familiar de los Sena, en Santa María de Oro 1460.
Allí, en una habitación de la planta baja, y según la acusación de los fiscales, César la mató. Lo hizo en un entorno controlado, con sus padres ausentes y con la certeza de que Cecilia estaba en una situación de dependencia emocional y económica.
Horas antes del crimen, César había buscado en YouTube:
“Cómo luxar un brazo #travesuras del felino y el bolillo”
“Cómo romper una muñeca / aprende jiu jitsu conmigo”
Tras el homicidio, aparecieron rasguños en su cuello y rostro. Dio versiones diferentes: a su madre le dijo que se había peleado con Cecilia, a una amiga que ella le había arrojado cosas, y a otra que se había lastimado practicando artes marciales.
Luego, entre el 3 y el 5 de junio, intentó montar una coartada: envió mensajes a la madre y a la tía abuela de Cecilia diciendo que ella había huido a Buenos Aires con un amante. El celular de la joven registró su última conexión el 5 de junio a las 21:33, en la casa de los Sena.
El crimen, según la fiscalía
La acusación sostiene que Emerenciano Sena y Marcela Acuña se ausentaron deliberadamente de la casa el 2 de junio para permitir que su hijo cometiera el homicidio. Luego, junto a su mano derecha, Gustavo Obregón, trasladaron e incineraron el cuerpo en un campo en Puerto Tirol.
Obregón, Gustavo Melgarejo y Griselda Reinoso mantuvieron el fuego encendido. Fabiana González limpió la casa y gestionó el retiro de la cama y el colchón manchados con sangre. El 6 de junio, Obregón compró bolsas de consorcio en Carrefour para eliminar más evidencia.
El último rastro de Cecilia
Entre los restos incinerados en el río Tragadero, la familia reconoció su alianza, su crucecita, su valija, su buzo rosado y hasta sus medicamentos.
“Ese es el buzo de ella, con ese estuvo el miércoles en casa y me lo presumía”, dijo Gloria Romero.
“El anillo es el cintillo que ella tenía, era una piedra muy bonita. Lo reconozco”, declaró Mercedes Flores.
La sangre hallada en la cama y el colchón secuestrados coincidió con el ADN de Cecilia.
A 21 días del inicio del juicio, esta reconstrucción realizada por los fiscales expone que detrás de la ilusión del viaje a Ushuaia, del amor y los proyectos, había un plan. Y ese plan, según la justicia, terminó con el femicidio de Cecilia Strzyzowski.