En un avance en la investigación por el femicidio de Érica Almirón, el único acusado, Joaquín Pérez, se presentó ante la Justicia pero se abstuvo de prestar declaración. A pesar de su silencio, la fiscal a cargo del caso, María Noel Benítez, sostiene que las pruebas recolectadas refuerzan su teoría de que el crimen fue premeditado.

La fiscalía tienen un contundente cúmulo de evidencia que apunta directamente a Pérez. Entre los elementos probatorios se destaca un informe de la plataforma de movilidad Uber, que traza con precisión los movimientos del acusado el día del crimen. Este reporte confirma que Pérez se trasladó de su domicilio a la casa de la víctima y luego, en otro viaje, regresó a su hogar. Las cámaras de seguridad de la zona también lo ubican en el lugar de los hechos el domingo coincidiendo con el horario del ataque.

La investigación de la fiscalía señala un claro móvil para el femicidio: una relación conflictiva que había terminado meses atrás. Los celos de Pérez ante la nueva pareja de Érica y la negativa de la joven a retomar el vínculo habrían sido el detonante. La fiscal Benítez cree que el acusado ingresó al domicilio por la parte trasera, sin el consentimiento de la víctima, para perpetrar el ataque.

A pesar de que Pérez se negó a declarar, la investigación continúa su curso. Actualmente, se están periciando cinco teléfonos celulares y se analizan otras cámaras de seguridad para fortalecer aún más la causa. El silencio del acusado, lejos de debilitar la acusación, parece reafirmar el camino de la fiscalía en su búsqueda de justicia por el brutal crimen de Érica Romero.