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10 de mayo de 2025

¿Por qué los gatos son más exigentes que los perros a la hora de comer?

Los gustos alimentarios de estos animales están profundamente influenciados por factores biológicos,

Cuando se trata de alimentación animal, siempre hay algo que ha desconcertado a los dueños de mascotas: ¿por qué los gatos parecen ser más exigentes con lo que ingieren en comparación con los perros, que no tienen reparos en devorar lo que les pongas frente a ellos?

Si bien muchos pensarían que es una cuestión de personalidad, un par de estudios recientes están revelando que los gustos alimentarios de estos animales están profundamente influenciados por factores biológicos, como su genética y sus necesidades nutricionales.

Uno de los hallazgos más interesantes en este sentido es que los gatos tienen una relación peculiar con el sabor dulce. A diferencia de los perros, los cuales disfrutan de este tipo de sabor, los felinos carecen de la capacidad genética para detectarlo.

Este descubrimiento se realizó a través del análisis de sus genes, que revelaron que los gatos no poseen una versión funcional de un gen llamado Tas1r2, que es esencial para percibir el dulzor en los alimentos. En cambio, los felinos tienen una afinidad mucho mayor por el umami, el sabor asociado con los alimentos ricos en proteínas, como el atún y otros pescados.

Este dato tiene implicaciones directas sobre cómo los gatos seleccionan sus alimentos. Los estudios han demostrado que, cuando se les da a elegir entre agua común y agua con compuestos de umami, los gatos prefieren la segunda opción. “Creemos que el umami es el principal impulsor de la ingesta de los gatos”, afirma Scott McGrane, científico del Instituto Científico Waltham Petcare.

 

De este modo, no es casualidad que los gatos tengan una predilección por el pescado de agua salada, un alimento cargado de este sabor tan particular. Los perros, en cambio, son más flexibles: pueden saborear tanto lo dulce como el umami, lo que explica su tendencia a comer casi todo lo que se les presenta.

Por otro lado, los perros, que son omnívoros, tienen una dieta más variada que incluye no solo carne, sino también vegetales y cereales. “Una de las razones por las que los perros no son tan quisquillosos es que pueden comer una gran variedad de alimentos”, afirma McGrane.

El comportamiento alimenticio de los gatos ha sido objeto de diversas investigaciones, y uno de los hallazgos más recientes y sorprendentes proviene de un estudio publicado en el Journal of Experimental Biology.

En este estudio, la profesora Jean Hall y su equipo de la Universidad Estatal de Oregón descubrieron que la preferencia alimentaria de los gatos no se alinea con las creencias tradicionales sobre su necesidad de una dieta rica en proteínas. De hecho, los resultados mostraron que los gatos prefieren una cantidad significativa de carbohidratos, mucho más de lo que se pensaba.

El estudio incluyó 17 perros y 27 gatos, y se les permitió elegir entre alimentos con diferentes macronutrientes, tales como grasas, carbohidratos y proteínas. Los resultados indicaron que los gatos, en promedio, eligieron obtener un 43% de sus calorías de carbohidratos, frente al 30% de proteínas. Por otro lado, los perros se inclinaron por una dieta con un 41% de grasas y un 36% de carbohidratos.

Una revelación interesante del estudio fue que los gatos más jóvenes, con menos masa corporal magra, tendían a elegir más proteínas que los gatos mayores, lo que podría tener que ver con sus necesidades metabólicas. Los perros mostraron una tendencia similar: los más jóvenes y con menos grasa corporal preferían las proteínas, mientras que aquellos con mayor masa grasa se inclinaban por las grasas.

Además de las preferencias alimentarias, el estudio de Hall también reveló información importante sobre cómo las dietas afectan a los felinos mayores. Los gatos de mayor edad presentaban niveles significativamente más bajos de DHA, un ácido graso omega-3 crucial para la salud cerebral, ocular y cardiovascular.

 

Esto se debe a que los gatos más viejos son menos eficientes en la síntesis de DHA a partir de los alimentos, lo que podría tener implicaciones en su salud general. “Los gatos mayores son mucho menos eficientes en este proceso”, explicó Hall.

 

Otro hallazgo relevante fue que los gatos mayores tenían concentraciones más altas de productos catabólicos microbianos sulfatados, los cuales están relacionados con enfermedades cardiovasculares y renales en los humanos.

Hall sugiere que estos gatos podrían tener un microbioma intestinal diferente al de los más jóvenes, lo que podría explicar estos elevados niveles de descomposición de proteínas. Este descubrimiento resalta la importancia de una dieta adecuada para los gatos mayores, no solo en términos de cantidad de proteína, sino también en su capacidad para procesar estos nutrientes.

 

 

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