La noche del 15 de enero de 1944, un violento terremoto de 7.4 grados en la escala de Richter asoló San Juan, dejando tras de sí una ciudad en ruinas y un saldo de víctimas que se estima en alrededor de 10.000 personas. La mayoría de las construcciones, principalmente de adobe, no resistieron la fuerza del sismo, colapsando y sepultando a sus habitantes. El panorama que se presentó en las horas posteriores fue desolador: miles de personas sin hogar, infraestructura colapsada, y la falta de servicios básicos agravando la situación.

Pero la tragedia desencadenó una respuesta colectiva de solidaridad sin precedentes. La ayuda llegó de todo el país y de Chile, con equipos de rescate, médicos, enfermeras y voluntarios que se sumaron a los esfuerzos locales. El ejército argentino jugó un rol crucial en las tareas de rescate, atención médica y el mantenimiento del orden. La imagen de los cuerpos apilados en la plaza principal, iluminados por los faros de los autos en medio de la oscuridad, quedó grabada en la memoria colectiva.

El gobierno nacional, liderado por el presidente Pedro Pablo Ramírez, creó el Consejo de Reconstrucción de San Juan, encargado de coordinar los esfuerzos para la reconstrucción de la ciudad y la provisión de vivienda a los damnificados. Se llevaron a cabo debates sobre la ubicación de la nueva ciudad, pero finalmente se optó por reconstruirla en el mismo lugar. Este proceso de reconstrucción fue un hito en la historia de la ingeniería sismorresistente, ya que se implementaron nuevas técnicas de construcción para asegurar la resistencia de las edificaciones ante futuros terremotos.

La reconstrucción de San Juan no solo implicó la construcción de miles de viviendas, sino también la creación de nuevas escuelas, hospitales y obras de infraestructura. Este proceso generó un gran impulso económico en la provincia, creando numerosos puestos de trabajo y atrayendo a nuevos habitantes. La ciudad renació de sus cenizas, transformándose en un símbolo de resiliencia y capacidad de reconstrucción.

Pero la historia del terremoto de 1944 va más allá de la reconstrucción física. El evento también tuvo un impacto profundo en la cultura y la identidad sanjuanina. La creación de la advocación mariana de Nuestra Señora del Tulum, patrona contra los terremotos, refleja la fe y la esperanza del pueblo sanjuanino. El recuerdo del terremoto se mantiene vivo a través de monumentos, museos y relatos que transmiten la experiencia de la tragedia y la lucha por la reconstrucción.

El evento también se entrelaza con un hecho histórico significativo: el primer encuentro entre Juan Perón y Eva Duarte, en medio de las actividades de recaudación de fondos para las víctimas del terremoto, un encuentro que marcó el inicio de una relación que cambiaría el curso de la historia argentina. El terremoto de 1944, por lo tanto, no solo es una tragedia, sino también una epopeya de solidaridad, reconstrucción y resiliencia.