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DEPORTES

8 de noviembre de 2020

Franco Armani es el sostén de un River que repite fallas pero que derrotó a Rosario Central por la Copa Liga Profesional

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"¡Dale, dale! ¡Nosotros, nosotros! ¡Ahí, ahí! ¡Dale, dale!". Franco Armani no pasa más de 30 segundos callado. Es el capitán sin la cinta que lleva Javier Pinola. Grita, reclama, ordena, felicita, exige y mantiene enfocado al equipo

"¡Dale, dale! ¡Nosotros, nosotros! ¡Ahí, ahí! ¡Dale, dale!". Franco Armani no pasa más de 30 segundos callado. Es el capitán sin la cinta que lleva Javier Pinola. Grita, reclama, ordena, felicita, exige y mantiene enfocado al equipo. Quiere que ninguno de sus compañeros pierda la concentración. Y a todo lo que predica con la palabra lo expone con sus acciones: el arquero de River fue el sostén fundamental para la primera victoria por la Copa Liga Profesional, un 2-1 frente a Rosario Central con goles de Nicolás De La Cruz y Lucas Pratto.

Vista de rojo, celeste, negro, naranja o -como esta noche- verde flúor, Armani siempre da el presente. Su figura transmite la seguridad necesaria para sortear momentos cruciales. Y se hace mucho más grande en partidos como el que se le presentó en Avellaneda al equipo de Marcelo Gallardo: el conjunto canalla lo puso en apuros y expuso falencias defensivas ya vistas en la caída del martes pasado por 3-1 contra Banfield en la primera fecha de la zona 3, y que contraponen las cuatro primeras actuaciones por la Copa Libertadores con esta versión inicial más endeble en el ámbito local.

Fue un partido chato y extraño que se desequilibró en el cierre. Aunque por momentos pareció tener un vértigo constante, sobraron las imprecisiones, predominó el ida y vuelta sin aprovechar espacios, se ausentaron las ideas y la imaginación y por muchos momentos predominó la fricción. Pero, en medio de la monotonía, el gol de De La Cruz, la otra gran figura, a puros potencia, desequilibrio y atrevimiento, permitió a River adelantarse en el marcador a los 21 minutos.

Y mientras River nunca logró transformar el dominio del resultado en supremacía en el desarrollo, Armani se erigió en pilar para llevar tranquilidad. Además de mostrarse firme y rápido en el juego aéreo y las salidas con los pies, el arquero millonario tuvo tres apariciones fundamentales para sostener la victoria en las que sacó a relucir sus herramientas entre los tres palos. En el final, un inexplicable foul de Paulo Díaz contra Lucas Gamba en el cuarto minuto de adición causó un penal que le impidió sumar una nueva valla invicta (tiene 50 en 103 partidos).

A los 33 minutos de la primera parte, Armani reaccionó muy rápido para taparle un mano a mano a Gamba desplazándose en el piso. Luego, a los apenas 30 segundos del período final y tras una mala salida de los centrales de River, achicó a pura velocidad para desviarle un tiro a Emiliano Vecchio, que terminó felicitándolo por su tarea. Y luego, minutos después, se lució con una buena contención en un difícil remate de larga distancia de Rodrigo Villagra.

River domina ampliamente el historial entre ambos con 49 triunfos de ventaja. Los millonarios se impusieron 79 veces en 151 partidos, el equipo rosarino ganó 30 veces y empataron en 42.

El penal de Vecchio dejó en 69 la cifra de tantos recibidos por el nacido en Casilda, que mantiene con amplia diferencia su récord de ser el arquero de menor promedio de goles sufridos por partido, 0,66, en la historia del club. Pero detrás de su gran actuación se esconde una serie de fallas defensivas y colectivas. Una vez más, errores de Díaz y Javier Pinola expusieron al equipo. Y el defensor chileno volvió a quedar en la mira tras la partida de Lucas Martínez Quarta: no sólo concedió dos penales (el anterior, por una falta contra Diego Novaretti, no fue sancionado por el árbitro Facundo Tello), sino que además fue desbordado por los delanteros de Central, se mostró impreciso con la pelota y no se impuso de arriba ni de abajo. Toda la noche le costó el partido.

Por fuera de su nueva floja actuación de los dirigidos por Gallardo, el juego aéreo volvió a ser un factor de peligro en contra y en sucesivas ocasiones River perdió la pelota en el mediocampo o en tres cuartos de cancha y quedó partido y expuesto, permitiéndole a Rosario contragolpear y dejando en claro que el retroceso en velocidad es un marcado problema. Tal como había sucedido frente a Banfield.

Enfrente, tampoco Central brindó seguridades defensivas como para frenar la potencia y la jerarquía individual del ataque millonario. Y las dificultades se potenciaron después de la expulsión a Joaquín Laso, que sin buscar la pelota cortó un contragolpe de Gonzalo Montiel cuando el defensor riverplatense se iba camino al gol, ya sin el arquero Josué Ayala en escena.


Ese hombre de más le permitió crecer un poco al equipo de Gallardo, que se potenció con el ingreso de Jorge Carrascal y la salida de un apático Santiago Sosa. El que aprovechó la situación fue Lucas Pratto, que marcó el 2-0 a falta de 15 minutos, sumó su tercer gol en cinco partidos desde que volvió el fútbol tras la pausa por la pandemia y volvió a ganar confianza.

River volvió a tener una noche dispar. Armani dejó en claro que si el rendimiento no acompaña el conjunto millonario puede sostenerse en las figuras del plantel. Pero también sabe que las falencias se repiten y los momentos decisivos en el plano internacional ya están cerca.

Fuente: La Nación

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