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CULTURA

6 de noviembre de 2020

Valentina, la nena de San Luis que dibujó al monstruo verde que protagoniza el nuevo libro de J.K. Rowling

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Valentina Valenzuela cumplió 13 años el 14 de agosto. Vive en San Luis y está en primer año del secundario. Desde que era muy chica le encanta dibujar; en especial, retratos, animales y paisajes realistas, como se puede ver en su cuenta de Instagram.

Valentina Valenzuela cumplió 13 años el 14 de agosto. Vive en San Luis y está en primer año del secundario. Desde que era muy chica le encanta dibujar; en especial, retratos, animales y paisajes realistas, como se puede ver en su cuenta de Instagram. En junio, decidió sumarse a la propuesta de J.K. Rowling dirigida a chicos y chicas de todo el mundo para ilustrar escenas de su nuevo libro, El Ickabog, que Salamandra lanza el martes 10 en el mercado hispano. Valentina dibujó al monstruo verde que protagoniza la historia y a Daisy, una nena de pelo largo y ojos azules. La ilustración fue elegida para la edición en español y catalán, junto con otras enviadas desde Uruguay, Chile, Panamá, Perú, Venezuela, Colombia, México y España. Valenzuela es la única argentina.

"Daisy y el Ickabog hablando" es el título de la obra que fue seleccionada entre dos mil concursantes de entre siete y doce años. Además de ilustrar algunas escenas de la novela infantil que Rowling publicó gratis y por entregas en el sitio The Ickabog.com durante junio y julio, los ganadores recibirán un diploma, un póster y una colección de libros de la autora de Harry Potter, que Salamandra donará a las instituciones indicadas por los seleccionados. Valenzuela eligió la biblioteca de su escuela, Marie Curie. "Están todos recontentos", dijo a LA NACION desde su casa en la capital puntana. El Ickabog es el primer libro infantil de Rowling no relacionado con Harry Potter que sale en mucho tiempo. La autora donará los ingresos por las ventas a la fundación benéfica The Volant Trust para contribuir a las personas más afectadas por la pandemia en el Reino Unido y otros países.

Antes de decidir qué iba a dibujar, Valentina leyó las 300 páginas del libro. "Tenía que elegir uno de los temas propuestos. Elegí al Ickabog porque las otras opciones estaban relacionadas con algún objeto y yo no quería dibujar objetos. Quería dibujar personajes y paisajes", cuenta muy segura. Y agrega con la misma seriedad: "Primero hice los bocetos y me quedé con el que más me gustó. Le apliqué dos técnicas: dibujé el paisaje con acuarelas y los personajes con lápiz. El cuento describe los personajes y yo los dibujé cómo me los imaginé: a Ickabog lo describe como un monstruo verde gigante que está embarazado. Me salió parecido al Grinch".

¿Un monstruo embarazado? Con razón en el dibujo de Valentina, Ickabog además de pelos largos tiene una gran panza. Nativa de la era Netflix, recurre a un término de moda como excusa para no contar si el hijo del protagonista nace antes de que termine la historia: "Eso sería spoilear".

En sus palabras, la trama se resume así: "En una ciudad había un rey que tenía dos amigos, que eran traicioneros. También hay una niña que perdió a su madre, pero tiene un mejor amigo. En la mitad del cuento, los dos amigos del rey tomaron el poder y mandaban a matar a la gente que no pensaba como ellos. El Ickabog aparece después, cuando los chicos están en medio de la nieve y despiertan en una cueva. Al principio tienen miedo pero después descubren que es bueno".

Nada de magia ni brujerías
Ante la pregunta sobre si esta especie de cuento de hadas, que Rowling escribió para sus hijos hace más de diez años, se parece en algo a la saga del niño mago, Valentina dice: "No. Nada que ver. No hay nada de magia ni brujería. Transcurre en la era medieval". Se reconoce muy lectora, pero solo había leído un libro de la escritora británica antes de El Ickabog: "Se llama Animales fantásticos y donde encontrarlos. No leí Harry Potter porque no tengo los libros. Cuando me anoté en el concurso ni sabía que el libro era de Rowling. Me enteré después. Las pelis sí las vi y me gustaron mucho".

"Quise participar en este concurso porque me gustan los desafíos, pero como era mundial no me tenía mucha fe. Se presentaron miles de obras y ganó la mía. Cuando llegó el mail con la noticia, no lo podía creer. No lloré, pero mi mamá dice que me emocioné. Yo creo que ella se emocionó más y también mi abuela. Pero como era confidencial no se lo dije a toda la familia". Es la primera vez que dibuja una escena de un cuento y también la primera que su dibujo se publica en un libro. "Lo que más me emociona es que mi nombre va a salir en el libro. Cuando estaba en la escuela primaria descubrí que dibujar es mi vocación, que tengo talento".

No fue la primera vez que Valenzuela participa de un concurso. El año pasado ganó un certamen de programación que tuvo como premio un viaje a Disney para la niña y su madre, Eugenia. Por estos días, mientras disfruta de su debut como ilustradora de un libro infantil, espera el resultado de otro concurso de arte: el Toyota Dream Car, que invita a chicos de todo el mundo a imaginar el auto de sus sueños y dibujarlo. La obra de Valentina, que está entre los diez finalistas, se llama "Los autitos de San Antonio" y se puede ver en la página web de la empresa japonesa: tres autos rojos con lunares negros y alas, como vaquitas de San Antonio, rodeados de flores coloridas. "El premio es un viaje a Japón, pero lo importante es aprender nuevas técnicas", opina la pequeña artista, que aprovechó estos meses de cuarentena para estudiar japonés e inglés en cursos on line. Además de las clases escolares virtuales, como casi todos los chicos del país, siguió con un profesorado de Arte que había empezado el año pasado. "Y también aprendí técnicas de dibujo gracias a tutoriales de YouTube", completa con orgullo.

El jurado del concurso para ilustrar el libro de J. K. Rowling, integrado por directores de arte y editores del grupo Penguin Random House, destacó la calidad y la variedad de las ilustraciones: "Nos ha sorprendido muy gratamente el nivel y el talento de los niños participantes. Es reconfortante comprobar cómo la magia de un cuento apasionante puede contagiar y estimular la creatividad. Y estamos muy contentos de constatar que han participado, y ganado, niños y niñas de todas las edades y de todos los países de habla hispana". Los dibujos preseleccionados como finalistas fueron más de 250, de los que finalmente quedaron 34. La edición en inglés tiene sus propios ganadores.

Animales y planetas, sí; números... no tanto
Autocrítica como pocos chicos de su edad, Valentina reconoce: "Para matemática no soy muy buena. Me gusta mucho la biología, una materia que estudia mi mamá. También me gusta mucho la astronomía. Dibujo los planetas, pero a veces no logro hacer el efecto galaxia que yo quiero. Participé de un concurso que organizó la Comisión Nacional de Energía Atómica para dibujar el satélite Saocom, que lanzaron desde Córdoba. No gané el viaje al Kennedy Center, pero quedé entre los diez mejores. Hubo un sorteo y no gané porque los sorteos no son lo mío. Dibujé un satélite en una órbita infinita que lanzaba un rayo hacia el corazón de Córdoba".

Le gusta también dibujar animales. "Trato de que me salgan realistas. Ahora está de moda el hiperrealismo: ves un dibujo y no podés creer que sea un dibujo. Parece una foto. Yo me propuse hacer esos dibujos". Fanática de Mafalda, su abuelo le regaló la antología Toda Mafalda. "Ya leí todas las historietas". Aprendió a dibujar el entrañable personaje de Quino:"Es fácil. Primero dibujo la cara y después, el cuerpo", explica.

Cuando termine la pandemia, le gustaría viajar a Buenos Aires para conocer los museos. "Estaría genial. En San Luis hubo una exposición sobre el circo y me gustaron mucho los cuadros. Cuando empezó la cuarentena vi la casa de Frida Kahlo por Internet".

Valentina tiene las cosas tan claras que se impone una pregunta porque, seguramente, ya sabe la respuesta o, al menos, ya la ha pensado: ¿qué le gustaría ser cuando sea grande? Y así es: "Me gustaría defender los derechos de los animales mediante el dibujo. Recaudar fondos para proteger las especies en peligro de extinción".

Fuente: La Nación

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