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4 de diciembre de 2022

Los guacamayos rojos comienzan a poblar el cielo de los esteros del Iberá después de 150 años

Habían sido vistos por última vez en el país hace más de un siglo y medio. Considerados "cruciales" para la conformación de selvas por su contribución a la dispersión de semillas, vuelven a la zona a partir de un proyecto que incluye reeducarlos para poder volar tras el cautiverio.

Considerados "cruciales" para la conformación de selvas por su contribución a la dispersión de semillas, los guacamayos rojos que habían sido vistos por última vez en Argentina hace más de un siglo y medio consolidaron su regreso al país, un proceso iniciado en 2015, través de un proyecto de reintroducción de la Fundación Rewilding Argentina en los esteros del Iberá (Corrientes), que incluye la increíble experiencia de entrenarlos para volar y enseñarles a alimentarse con frutos nativos.

El origen de los guacamayos que llegan a Corrientes para su recuperación es diverso, algunos provienen de Ecoparque, otros de Temaikén y algunos son producto de incautaciones por tráfico o tenencia de fauna silvestre. Todas estas aves padecían la misma realidad: el cautiverio.

Por carecer de libertad, no estaban aptos para volar. Pichones, adultos o con las plumas cortadas, que en muchos casos fueron injertadas, tuvieron que atravesar un entrenamiento de vuelo durante meses, para "enfrentar" la vida silvestre.

En el Centro de Conservación de Fauna Silvestre Aguará (Paso de la Patria, Corrientes), un equipo conformado por biólogos, veterinarios y voluntarios de rewilding, iniciaron la tarea titánica de "enseñarles" a volar a través de una novedosa rehabilitación para devolverlos a la naturaleza.

Cuarentena, recuperación y entrenamiento
Hace diez años que Elena Martín está en Aguará y es la responsable del proyecto Guacamayos Rojos de la fundación, en la etapa de cuarentena y recuperación.

"Llegan en mal estado, estresados, desnutridos, algunos con las plumas cortadas. Los anestesiamos para hacerle los análisis y revisión y luego empezamos el tratamiento, rehabilitación y entrenamiento", detalla.

Pero eso no es todo. También se ocupan de la alimentación, para que reconozcan los frutos y semillas que consumirán en las selvas porque, lo que debería ser natural, les resulta desconocido a los guacamayos que padecieron el encierro.

"El cambio es progresivo y lleva varios meses", asegura Martín, oriunda de España y radicada en Corrientes, dedicada a los guacamayos pero también a otras especies, que llegan al mismo sitio, como los pecaríes "Gin y Tonic".

Aprender a volar
Sobre el entrenamiento de vuelo de estas aves con vistoso plumaje rojo y azul, cuenta que se inicia con distancias pequeñas y se avanza hasta que logran hacer "30 vuelos completos por día" .

"Buscamos que fortalezcan su musculatura, y les enseñamos a estar alertas, a que no bajen al suelo, para evitar riesgos", detalla sobre un proceso que surgió a prueba y error y finalmente logró resultados positivos.

El biólogo Nicolás Carro y dos colaboradores son los responsables del entrenamiento de vuelo, que comienza en una jaula gigante de 30 metros en medio de la naturaleza y con árboles en su interior. Si bien ingresan al recinto, el equipo no tiene contacto directo con las aves y todas las actividades del trabajo se desarrollan en altura.

Y entonces con una señal breve de sonido, el guacamayo se desplaza hasta un palo, sobre un sector pintado de un color, de allí a la herramienta a la que llaman percha y cuando lo logra recibe su recompensa. "Un refuerzo", dice Elena.

Y luego comienzan los silbatos que indican el despegue y así, de un punto a otro, un premio tras otro y el maravilloso espectáculo del despliegue de sus alas. Imponente.

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