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ECONOMIA

2 de mayo de 2020

Los bonistas le advirtieron al Ministro de Economía

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En diálogo con Martín Guzmán, algunos inversores le explicaron que la cesación de pagos llevará a que más empresas cierren; buscan una vía para que el Presidente entienda los costos de no llegar a un acuerdo

Algunos de los bonistas que decidieron dialogar con el ministro de Economía, Martín Guzmán, le advirtieron, entre otras cuestiones, que un default de la deuda soberana provocará la quiebra masiva de empresas en el país y, por lo tanto, una crisis más profunda que la que prevé el Gobierno.

La mayoría de los inversores que hablaron en la semana con el ministro está convencido de dos cuestiones:

-Por un lado, el funcionario no está dispuesto a escuchar cambios ni siquiera mínimos en la oferta que presentó. Por lo tanto, esperarán a que, en unos meses o en el futuro, haya una mejor oferta voluntaria o un tribunal en el exterior les reconozca la deuda total que tienen en sus manos.

-Por el otro, el presidente Alberto Fernández escucha casi en forma exclusiva a Guzmán en este tema, más allá de alguna consulta puntual con economistas que no están en el Gobierno. Y cree, como le ha expresado su ministro, que los fondos de inversión aceptarán la oferta porque, si esperaran, en el futuro deberían tomar una peor.

Por estas dos razones, los fondos están tratando de encontrar cualquier otra vía de llegada al Presidente para explicarle cuáles serán los costos para su gestión de entrar en un default desordenado.

 Los inversores tratan de que el Presidente entienda los costos que tendrá su gestión en términos económicos si el país va al default, con más cierre de empresas

Lo intentaron, sin éxito por ahora, a través de la vicejefa de gabinete, Cecilia Todesca, la economista más escuchada por el Presidente.

Pero la respuesta de Todesca a los inversores es que las prioridades del Gobierno son otras por las urgencias que genera la pandemia del coronavirus, según dijeron a Infobae fuentes del mercado aquí y en el exterior. 

La segunda vía ha sido a través del presidente de la cámara de Diputados, Sergio Massa, quien de hecho en la semana se juntó dos horas con Martín Guzmán para dialogar sobre esta cuestión.

Los inversores saben que, por su experiencia como jefe de gabinete y su contacto con el mercado, Massa entiende mejor la cuestión, pero les ha dicho que toda gestión debe ser canalizada a través del ministro. Por esta razón, se encontraron los dos funcionarios, para buscar alternativas.

La tercera vía, la más difícil, es que Cristina Kirchner intervenga en este tema, según confirmaron fuentes muy cercanas a la negociación.

Si la vicepresidenta -por consejo de su más cercano asesor económico, el gobernador Axel Kicillof- le transmitiera al Presidente que hay que acordar, podría haber un vuelco en el resultado más probable para la mayoría del mercado, que es un default en el corto plazo.

Pero ninguna de las fuentes tiene en claro cuál sería el incentivo para Cristina Fernández de Kirchner de que haya un acuerdo, a menos que Kicillof -a quien la mayoría de los inversores elogian por su predisposición para negociar- le advierta el costo que tendría un default para la provincia de Buenos Aires en materia de gobernabilidad.

“Hay una situación curiosa -explicó el ejecutivo de un fondo de inversión de Nueva York- el Presidente cree que habrá un arreglo porque así se lo dice el ministro y, a su vez, todavía la mayoría de los fondos de inversión grandes tienen ánimo de arreglar si la oferta se tornara razonable”.

Lo que no funciona, acotó, “es la polea de transmisión: nadie le explica al Presidente que, con esta oferta, la aceptación será bajísima y cuáles son los costos del default, no sólo para el Estado en términos directos, sino también para las empresas privadas, lo cual, al final del camino, si se traduce en la quiebra de empresas, será un costo para el propio Gobierno”.

 Lo que no funciona es la polea de transmisión: nadie le explica al Presidente que, con esta oferta, la aceptación será bajísima y cuáles son los costos del default, no sólo para el Estado en términos directos, sino también para las empresas privadas (destacan en un fondo de inversión)

“Mientras que el resto del mundo posiblemente recupere dentro de un año todo el valor que perderá en este primer semestre del año, a la Argentina esa recuperación le va a llevar varios años. Y el escenario será peor aún si el país entra en default”, expresó el ejecutivo, con larga experiencia en Wall Street y en lidiar con el estado argentino.

“Si una empresa cierra ahora en Estados Unidos, posiblemente a fin de año pueda reabrir. Si eso ocurre acá, en muchos casos es difícil que se vuelva a levantar”, explicó.

Además, “si toda la estrategia fiscal y monetaria se basa en el alto superávit comercial que existe actualmente, con el default ese excedente va a ir bajando y habrá más estrés sobre la estabilidad financiera”, advirtió.

Esto significará, entre otras cosas, un tipo de cambio no oficial más alto y, por lo tanto, mayor presión sobre el stock de los depósitos.

Por otro lado, más allá del cierre o no de las empresas, “muchas compañías que tienen deuda con el exterior tienen cláusulas de cross default, por lo cual, si el Gobierno cae en cesación de pagos, dejarán de recibir ese financiamiento”.

 Muchas empresas que tienen deuda en el exterior podrían verse en problemas si el Gobierno cayera en default

El Gobierno tampoco debería sentirse tranquilo, aunque no pensara en el auxilio adicional que deberá tenderles a los privados en ese escenario.

“Es imposible pensar que el Fondo Monetario Internacional apruebe una reprogramación de la deuda que tiene la Argentina con el organismo si el país cae en un default desordenado”, aclaró el informante.

Algo parecido ocurrirá con los bancos multilaterales y con gobiernos que, en el imaginario del Gobierno, no están alineados con los intereses de Washington, como China. Pero el gobierno chino, que es el tercer accionista del FMI, “tampoco le prestará dinero al país si cae en un default”.

Del otro lado, el ministro, aseguraron las fuentes, tiene una imagen distorsionada sobre la conducta del mercado, por falta de experiencia propia y, agregan, por los consejos del ex secretario de Finanzas y actual representante ante el FMI, Sergio Chodos. Según este enfoque, los fondos tienen tanto o más que perder que el Gobierno en esta negociación.

Sin embargo, la realidad es diferente. En primer término, la exposición de la mayoría de ellos a la deuda argentina es baja o muy baja. En segundo lugar, la mayoría preferirá esperar con su “bono viejo” durante 3 años para que ese título que vale 100 en términos faciales, lo pueda cobrar a 100 más la tasa de interés que le reconozcan los tribunales de Nueva York.

¿Cómo podría romper este distanciamiento el Gobierno? Ahí está la mayor paradoja para el mercado: se lograría con una mejora de USD 10 respecto de la oferta oficial, sin alterar el esquema de sustentabilidad de la deuda que diseñó Guzmán.

Esto significa: bajar el período de gracia de 3 a 2 años; entretanto, que esos intereses no pagados se capitalicen en un bono; y, finalmente, que el cupón que se empiece al finalizar el período de gracia arranque en el 1,5% en lugar del 0,5%, detalló el ejecutivo de Wall Street.

Sin embargo, agregó con resignación, es posible que haya tres capítulos al menos de esta saga: que durante unos días se mantenga esta oferta sin cambio alguno; que, si uno o dos días antes del cierre del canje la aceptación es muy baja, el Presidente ordene una mejora; o que nada cambie y el país discuta en los próximos meses, ya en default, las consecuencias mencionadas previamente.

“¿Van a defaultear por una deuda que representa 15 puntos del PBI, los USD 66 mil millones que entraron al canje? Parece ridículo, pero puede pasar”, se lamentó.

 ¿Van a defaultear por una deuda que representa 15 puntos del PBI, los USD 66 mil millones que entraron al canje? Parece ridículo, pero puede pasar”, se lamentó un inversor

La opinión de los analistas

En este contexto, la economista Irina Moroni de la Fundación Capital sostuvo que “como racionalmente las partes no están tan lejos, nuestro escenario base contempla un acuerdo”. “En el mismo proyectamos una caída del PBI de más de 6%, con una inflación en torno al 45% y un deslizamiento del tipo de cambio oficial en línea con la inflación”, explicó.

“El escenario también considera una baja del consumo del 7,4%, un desplome de la inversión del 22%, un déficit primario del orden del 5% del PBI y un superávit comercial superior al del 2019”, destacó.

En tanto, Jorge Neyro de ACM dijo: “el default podría complicar el financiamiento de las empresas en el exterior, ya que el riesgo país se mantendrá alto por largo tiempo y hará más difícil la recuperación luego del coronavirus, disminuyendo el crecimiento y la creación de empleo posterior”.

“Las provincias continuaran financiándose localmente ya que continuaría cerrado el financiamiento externo. En el corto plazo puede haber tensiones en los mercados si no se acuerda con los acreedores, aunque no muy disruptiva”, dijo Neyro.

Por otro lado, “la inflación no debería verse afectada porque el default ya que domina a corto plazo el efecto de la cuarentena en la actividad. En cambio, en el caso que se acuerde con los acreedores, Argentina podría mostrar mayor previsibilidad en sus finanzas y, una vez pasado el shock del coronavirus, un mayor potencial de recuperación que en un escenario de default. La inversión podría recuperarse más rápido y recuperar paulatinamente el empleo perdido en estos meses”, acotó Neyro. En el frente financiero, expresó, “se suavizarían las tensiones sobre los dólares alternativos y crecerían las valuaciones de las empresas locales”

Por su parte, Martín Vauthier del estudio Eco Go, dijo que “la renegociación de la deuda sigue siendo clave para ver cómo puede lidiar el Gobierno con las consecuencias de esta crisis ante el shock de demanda y la ruptura de la cadena de pagos”.

“El principal impacto viene a través de los indicadores financieros. Una resolución exitosa de la cuestión de la deuda despejaría la incertidumbre, lo que generaría una demanda de dinero más sólida y ayudaría en la tarea de absorción monetaria del Banco Central, con una menor filtración al dólar y a la inflación”, explicó.

De todos modos, acotó el economista: “es difícil que, aun arreglando la cuestión de la deuda, el Gobierno pueda acceder al mercado voluntario en el corto plazo. Perú lo pudo hacer porque hace una década que mantiene su estabilidad macroeconómica”.

 Es difícil que, aun arreglando la cuestión de la deuda, el Gobierno pueda acceder al mercado voluntario en el corto plazo. Perú lo pudo hacer porque hace una década que mantiene su estabilidad macroeconómica (Martín Vauthier)

Por su parte, Fernando Baer de Quantum dijo a Infobae: “para algunos la posibilidad de no arreglar el tema de la deuda no agregaría más problemas a la Argentina porque el Gobierno ya está sin acceso a financiamiento, pero esa lectura es un error”.

Es cierto, reconoció: “arreglar no lleva rápidamente a que la Nación pueda acceder a financiamiento, pero permitiría a empresas y eventualmente algunas provincias a financiar o refinanciar sus deudas, a tasas mejores que las actuales. Eso se traduciría en una menor restricción externa y una menor brecha cambiaria".

“Desde el punto de vista de mercado, deberían evaluar el acceso a divisas durante el tiempo que esté en default si eso ocurriera. Y allí no hay muchas alternativas”, aclaró Baer. Según el analista ese escenario “llevaría inexorablemente a mayor discrecionalidad, algo que despierta naturalmente mayor aversión al riesgo, en momentos en que estas emitiendo para enfrentar la pandemia, y que, aun así, la demanda de dinero está bajo presión”, concluyó.

Fuente: www.infobae.com.ar

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