“¿Mi familia o el banco?”.Tal el dilema que puso a Martín Baistrocchi, enfermero, 36 años, contra la espada y la pared. Con un crédito UVA que sacó en 2018, la elección se convirtió en pagar las cuotas o dar de comer a su mujer y sus dos hijos. Licenciado en Enfermería por la Universidad Favaloro, donde estudió cinco años, con una década de experiencia a sus espaldas, trabajó a destajo durante la pandemia, en el Instituto Cardiológico Buenos Aires y hasta marzo pasado, en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, en cuya Unidad de Terapia Intensiva le puso el cuerpo a la lucha contra el Covid.

Martín contó su drama en las páginas de Clarín: la última cuota que pagó en marzo no llegaba a $30 mil; al mes siguiente saltó a $54.200, justo cuando se quedó sin uno de sus trabajos. Hasta entonces estaba de 13 a 20 en una de las instituciones y de 21 a 7 en la otra. Para poder descansar algo, en vez de volver a su casa en San Justo, muchas veces se quedaba a dormir en el auto. Mientras, la deuda hipotecaria crecía y junto con eso, la del crédito que sacó para pagar la escritura. Entre ambas, hoy debe en total $11 millones. Mientras recibe constantes llamados de sus bancos acreedores, la única opción que se le presenta para saldar las deudas es irse a trabajar a Alemania.

“Saber que pese a todo el esfuerzo que hacés por salvar vidas no vas a poder pagar la cuota de tu casa, es desalentador. Acá no hay nada que hacer. Nos valoran más afuera; vienen de Alemania a buscar enfermeros”. Y agrega: “Yo vivo en La Matanza, y salvo para salir a trabajar, no nos movemos de casa. Acá no sabés cuándo te ponen el fierro en la cabeza”.

Aunque emigrar era lo último que hubiera querido, no parece tener más alternativa. Lástima que en Alemania, - igual que en Suiza, Sabina Frederic dixit-, le faltará la diversión que le ofrecen las riesgosas calles del Conurbano bonaerense. Eso sí: con toda seguridad reconocerán sus méritos mucho más que acá. Ya sabemos lo que el Presidente Alberto Fernández piensa sobre el mérito: “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años”, ha dicho. Con un agregado interesante: “El mérito sirve si a todos les damos igualdad de condiciones”.

Igualdad de condiciones es, justamente, lo que se denuncia que faltó en la moratoria que la AFIP le concedió al empresario ultra K Cristóbal López por su deuda estimada ya en más de $8.000 millones por el Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC), generada en un supuesto fraude, que hoy se está juzgando. El hecho de que Oil Combustibles, la petrolera de López y su socio, Fabián de Sousa, estuviera en proceso de quiebra, hacía que una moratoria para saldar la deuda no pareciera posible.

Sin embargo, la moratoria - dos planes de pago con 49 y 97 cuotas, respectivamente, y un interés muy por debajo de la inflación- llegó mágicamente de la mano de una ley. La oposición reclama que la ley, - proyecto enviado por Alberto Fernández y votado por el Congreso el año pasado en medio de la pandemia- se hizo a la medida de Cristóbal López. Y una denuncia ante la Justicia contra Alberto F. y Cristina por beneficiar a López, hecha por diputados de la Coalición Cívica, refiere las relaciones económicas entre López y los Kirchner. Y alude a un conflicto de intereses de Alberto F,. quien -recuerdan- admitió públicamente que asesoraba al Grupo Indalo antes de ser Presidente.

La AFIP, por su parte, defiende el beneficio y desistió del juicio contra los empresarios. A fines de 2020, la Cámara de Apelaciones en lo Comercial, en la que tramitó el expediente del concurso, quiebra y avenimiento de Oil Combustibles, sostuvo que el proceder de López y de Sousa fue “ruinoso” y “fraudulento”. Y la semana pasada, el fiscal del juicio consideró que durante las audiencias se logró probar la maniobra de los dos empresarios y anticipó que pedirá sus condenas, junto a la del ex titular de la AFIP, Ricardo Echegaray: la acusación inicial sostuvo que “existió una maniobra de corrupción por la cual desde la AFIP los funcionarios encargados de administrar las rentas de la Nación (...) defraudaron a través del ITC de modo sistemático, deliberado y permanente al Estado Nacional”.

¿Qué tienen en común Martín Baistrocchi y Cristóbal López? Claramente nada. Viviendo en Argentina, habitan dos países muy diferentes.

Por Silvia Fesquet

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