En una decisión que causó gran revuelo político, el Vaticano le pidió formalmente al gobierno italiano que modifique un proyecto de ley contra la homofobia y la transfobia actualmente bloqueado en el Senado, por considerar que viola “algunos contenidos” del Concordato que regula las relaciones entre el Estado y la Iglesia.

Según reveló hoy el Corrierre della Sera, en un hecho sin precedente el 17 de junio pasado el arzobispo británico Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, considerado el “canciller” del Vaticano, fue a la embajada italiana ante la Santa Sede y entregó una “nota verbal” por este motivo.

En el léxico de la diplomacia la “nota verbal” es una comunicación formal, sin firma, que en este caso expresó la preocupación de la Santa Sede por el llamado proyecto de ley “Zan”, por su autor, el diputado del Partido Demócrata (PD) Alessandro Zan. Este prevé endurecer las penas para los crímenes contra homosexuales, transexuales, mujeres y discapacitados y fue aprobado en la Cámara de los Diputados con 265 votos a favor y 193 en contra el pasado 4 de noviembre; desde entonces, no logró avanzar en el Senado por la feroz oposición de la derecha y la ultraderecha.

“Algunos contenidos actuales de la propuesta legislativa bajo examen en el Senado reducen la libertad garantizada a la Iglesia católica por el artículo 2, coma 1 y 3 del acuerdo de revisión del Concordato”, indicó la “nota verbal” del Vaticano.

Según el Corriere della Sera, se trata de una acción sin precedentes en la historia de la relación bilateral o, al menos, sin precedentes públicos, ya que nunca antes la Iglesia había intervenido en el trámite de aprobación de una ley italiana, ejercitando las facultades previstas en los Pactos Lateranenses y sus sucesivas modificaciones. Los Pactos Lateranenes fueron firmados en 1929 por Benito Mussolini y el cardenal Pietro Gasparri y marcaron la conciliación entre el Estado y la Santa Sede con la solución de la “cuestión romana”, el problema que se había abierto con el fin del Estado pontificio en 1870. Estos Pactos se fueron revisando con el correr de los tiempos.

La “nota verbal” presentada ahora para contrastar al proyecto de ley contra la homofobia y transofobia alude al artículo en el que el Estado le garantiza a la Iglesia “libertad de organización, de público ejercicio de culto, de ejercicio del magisterio y del ministerio episcopal”; y que garantiza, por otro lado “a los católicos y a sus organizaciones la plena libertad de reunión y de manifestación de pensamiento con palabras, escritos y cualquier otro medio de difusión”.

Para la Santa Sede el proyecto de ley Zan pondría en discusión la antes mencionada “libertad de organización”, ya que, por ejemplo, no exentaría a las escuelas privadas de organizar actividades en ocasión de la futura Jornada Nacional contra la Homofobia, la lesbofobia y la transfobia; y atentaría, en términos generales, contra la “libertad de pensamiento” de la comunidad católica.

Por esto, la Secretaría de Estado, expresó su preocupación por las conductas discriminatorias, incluyendo el temor a que la aprobación de la ley pueda incluso significar riesgos de naturaleza judicial.

No es nueva la inquietud de la Iglesia, que se opone a la teoría del gender, ante esta ley, que fue varias veces criticada por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). “Una ley que piensa combatir la discriminación no puede y no debe perseguir este objetivo con intolerancia”, advirtió recientemente su presidente, el cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia. El obispo de Ventimiglia-Sanremo, Antonio Suetta, fue más allá: “Es un ataque teológico a los pilares de la doctrina católica”, sentenció.

Pero es la primera vez, destacó el Corriere della Sera, que la diplomacia vaticana se activa formalmente, como ocurrió ahora. Nadie sabe, en verdad, si lo hizo con el visto bueno del papa Francisco, que en el pasado hizo saber que prefería que el Vaticano no se inmiscuyera en política italiana.

Como era de esperar, la “nota verbal” del Vaticano a Italia -confirmada por fuentes del Vaticano- removió el siempre agitado avispero político local. Mientras el PD y el antisistema Movimiento Cinco Estrellas y Libres y Unidos, salieron a defender el proyecto de ley, la ultraderecha, con la Liga de Matteo Salvini al frente, que siempre lo hostigó, no ocultó su satisfacción. “Bien, agradezco al Vaticano por el sentido común”, exultó Salvini, consciente de que modificar el texto de la ley Zan, un trámite de los más engorroso a este punto, significaría hundirla. En un tuit, el exministro del Interior se manifestó dispuesto a reunirse con el expremier, Enrico Letta, líder del PD, incluso “mañana”, para garantizar “derechos y castigar discriminaciones y violencias, sin ceder a ideologías o censuras y sin invadir el campo de familias y escuelas”.

“Estamos listos a dialogar y ver los nudos jurídicos, pero respaldamos la base de la ley, que es una ley de civilización contra delitos de odio y homotransofobia y confirmamos nuestro compromiso para que se apruebe”, dijo antes Letta, católico practicante, en diversas entrevistas y redes sociales.

El autor y primer firmatario del proyecto de ley, el diputado Zan, finalmente, recordó que el texto “no limita de ningún modo la libertad de expresión, ni la religiosa” y aseguró “que respeta la autonomía de todas las escuelas”.

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