Pero las noticias que llegan sobre este proceso son decepcionantes y alimentan un ambiente social muy tenso. Solo hay que ver las imágenes de los disturbios en Holanda o, a menor escala, en nuestro país con los enfrentamientos con la policía de jóvenes molestos con las eternas medidas de restricción.

La distribución de la vacuna ha sufrido un frenazo a nivel europeo y las autoridades de Bruselas no disimulan las sospechas de que las farmacéuticas podrían haber revendido las dosis comprometidas a otros países que han pagado mas. En otras palabras, la UE se teme que nos hayan levantado la camisa después de haber adelantado 2.000 millones de euros a cuenta de unas dosis que no llegan o que llegarán con mayor lentitud.

Además, el control democrático de estos contratos es inexistente porque esos documentos son secretos y nadie sabe qué se dice ni a qué se comprometen las empresas suministradoras.

Si el ritmo de vacunación se frena tendrá consecuencias muy graves en la recuperación económica, perdurarán las restricciones, seguirá estresado el sistema de salud, habrá más muertes y contagios, y la salida de esta enorme crisis que se preveía para el verano se alargará mucho más.

Todo ello es desastroso y las autoridades europeas y españolas deberían centrarse en este asunto que con la máxima prioridad. No hay ninguno más importante.

Voces autorizadas ya aseguran que España no podrá cumplir con la previsión de llegar a julio con el 70% de la población vacunada. 

Fuente: lavanguardia.com