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23 de noviembre de 2020

Memoria, territorio e identidad: el cine cordobés pisa fuerte en el Festival de Cine de Mar del Plata

Infobae cultura dialogó con cinco directores que se presentan en el encuentro cinéfilo más importante de la región. ¿Cómo son las historias?, ¿hay un estilo que los aúne?, ¿en qué momento se encuentra la industria en la provincia?

 

La industria del cine argentina siempre tuvo un fuerte anclaje en la Ciudad de Buenos Aires donde las grandes productoras se instalan y desarrollan todo su trabajo. Sin embargo, esa concentración poco a poco se va rompiendo y están naciendo nuevos espacios en otras provincias. Uno de los casos más notorios es el de Córdoba, que año a año aumenta la cantidad de films que se realizan íntegramente en su territorio, con directores, técnicos, actores y espacios locales. Esto permite no solo la construcción de un mercado local sino también la posibilidad de qué puedan conocerse otras historias contadas por nuevos personajes que viven otras realidades.

Una de las acciones que ayudó a apoyar esta actividad fue la creación del Polo Audiovisual de Córdoba, que alienta el desarrollo de la industria local de contenidos audiovisuales en toda su cadena productiva, con un plan de promoción y un fondo de fomento. Esta medida no fue para nada azarosa sino que fue lograda gracias a la lucha de años de los miembros de la industria que se negaban a abandonar su provincia para poder trabajar y desarrollar sus proyectos.

Este sábado 21 de noviembre arranca la 35° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. El mismo contará con tres películas cordobesas en la Competencia Nacional. Infobae Cultura entrevistó a cinco directores de la provincia que estarán presentes con sus producciones en el festival.

Las motitos, de Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal (Participa de la Competencia Argentina)

Esta ficción se centra en la historia de Juliana, una adolescente que queda embarazada de su novio, Lautaro. Juliana quiere abortar, pero tiene miedo de hacerlo con pastillas y no tienen plata para pagar una intervención. Mientras tanto, en toda Córdoba hay una ola de saqueos, y la policía se está llevando a varios jóvenes detenidos. La película está inspirada en la novela de María Gabriela Vidal Los chicos de las motitos y busca construir un relato de una belleza que nace de los detalles, en cómo unos adolescentes transitan los cambios hacia la adultez en un mundo que se vuelve cada vez más hostil e incierto y sin embargo ellos se las rebuscan para encontrar pequeños momentos de placer y felicidad que los separa unos instantes de esa realidad.

- ¿Cómo nace el proyecto de Las motitos?

- María Barrionuevo: La conozco a Gabriela porque realicé un taller de seguimiento de proyectos de largometraje que ella daba cuando regresó de México. Yo estaba con mi primera película Atlántida y de ahí nació una natural amistad que tiene mucho que ver con lo creativo, con aconsejarnos y recomendarnos libros o películas. Ella me pasó una novela que había escrito que se llamaba Los chicos de las motitos para que la leyera y me encantó. Después, me dijo que esa novela la pensó para llevarla al cine y quería que la dirigiese. Lo primero que pensé fue que era muy de ella, que contaba la historia del barrio dónde nació, cosas personales que la habían motivado a escribir esa historia. Así que nació una codirección.

-Gabriela Vidal: Volví a Córdoba después de once años de vivir en México y el primero o el segundo verano sucede lo de los saqueos y el paro de la policía en la provincia. Fue algo que me impacto mucho. Volver a mi barrio y ver que le pasaba a los chicos que estaban en la misma plaza en la que me había criado, que llegaban todos en motitos y se reunían. Empecé a observar y me vi adolescente de nuevo. Fue como un regreso, no solamente a la ciudad donde nací sino a un momento de mi vida que ya no estaba presente. A los 30, estaba muy preocupada en mi profesión y en trabajar y al terminar esa década volví a mi ciudad y fue como volver a los 17, me había olvidado de la adolescencia.


-¿Qué tuvieron en cuenta para retratar a estos adolescentes?

- M.B.: A mí, el mundo de la adolescencia siempre me interesó. Siempre sobrevuelo sobre él ya que es el momento en que todo está por venir, dónde tenés ese sensación de futuro absoluto y a su vez, te están pasando miles de cosas, desde lo emocional, de descubrimiento, de lo sexual. Son personajes muy brillantes. Es muy lindo meterse con la adolescencia, hablar de ese mundo que se vive antes de ser adulto donde ya definís una carrera, la maternidad y un montón de problemáticas de la vida misma.

- G.V.: Para no tener una mirada moral o juzgadora, trato de ponerme en el lugar de los protagonistas. Creo que es un momento que si bien está todo por venir, como plantea Ine, también está todo por perderse. Hay mucho en juego, es un momento en que está todo barajándose. Lo bueno de codirigir fue que si en algún momento podía sentir que estaba juzgándolos contaba con la mirada de mi compañera para poder corregirlo.

- ¿Qué cambios observan en la actualidad de la industria audiovisual en Córdoba?

- M.B.: Cuando entré a la Universidad de Cine de Córdoba, recuerdo que había un profesor que nos dijo el primer día de clases cuando todos éramos inocentes adolescentes expectantes que nos olvidáramos de hacer cine, que nunca íbamos a filmar en Córdoba y sin embargo, acá estoy presentando mi tercera película. En los últimos años, se creó un polo audiovisual que apoya películas para producción o post producción, que permiten que hoy haya tres películas en competencia en el Festival de Mar del Plata. Esto no quiere decir que haya una tendencia estética similar, hay miradas diferentes. Además, nos benefició mucho la tecnología con la aparición de las cámaras digitales, abrió el camino no sólo para Córdoba sino para todas las provincias de la Argentina.

- G.V.: Yo que me fui en 2001 y volví en 2012, cambió un montón. Es otra cosa totalmente distinta. Es un camino que estamos empezando a transitar.

-¿Cómo fue la experiencia de filmar en Córdoba?

- M.B.: Recuerdo que hicimos un primer scouting, una primera aproximación en el Rosedal de Córdoba cuatro años antes de empezar a filmar y en el medio hubo una tentación de mudarla de barrio o traerla más para el lado de las sierras chicas, por una cuestión de comodidad y fue Inés que insistió en volver al barrio que era el lugar indicado para narrar la historia.

- G.V.: El casting fue arduo porque estuvo muy cerca del rodaje. Hicimos distintos tipos y fue clave el encontrar a esa familia principal y en especial a la pareja de adolescentes protagonistas que justo estaban de novios en ese tiempo entonces había mucha química entre ellos.

 

Un cuerpo estalló en mil pedazos, de Martín Sappia (Participa de la Competencia Argentina)

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Festival de Mar del Plata - A body exploded into a thousand pieces
El realizador cordobés Martín Sappia, ha trabajado en decenas de películas en toda su carrera, ahora llega con su ópera prima dónde se sumerge en el mundo del artista y arquitecto Jorge Bonino. Tanto como su protagonista como esta producción audiovisual es difícil de encasillar: no es ficción ni documental, no es una biografía. Su director prefiere llamarlo un ensayo sobre este hombre de teatro, de arquitectura, del paisaje, del arte. Un documento que busca generar más preguntas que respuestas. Se trata de un mapa que busca seguir los pasos y retratar a este olvidado artista a través de relatos y confesiones de quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo ya que de su obra casi no hay registros.

- ¿Cómo te encontrás con el personaje de Jorge Bonino?

- Bonino era uno de esos personajes del Instituto Di Tella de la época de vanguardia, pero que quedó en el anonimato por varias razones. Como no hay material de archivo es difícil seguirle las huellas. Además, su vida artística fue muy corta, es una especie de marginal de esa época. Llego a su historia porque en Córdoba todo el mundo conoce algo de Bonino. Me terminé de enamorar del personaje cuando leí el libro Aclara ciertas dudas, donde rescatan varios textos y entrevistas que le hicieron. Todo lo que se escribe no es sobre él sino que a partir de él, parece que fuera un fantasma producto de la fantasía y esa particularidad lo convertía en un gran material cinematográfico. Hice 52 entrevista para realizar la película porque quería conocer lo más posible, pero la misma no pretende ser una biografía sino más bien jugar con esa idea del fantasma, de los relatos épicos, reconstruidos y contradictorios.

-¿Qué pudiste conocer de él a través de las entrevistas?

- Todos hablan con mucho cariño de él y sienten algo de culpa por haberlo dejado solo en sus épocas más oscuras. La locura no es algo que atraiga sino más bien que repele, entonces no era fácil estar con él y más cuando sus problemas se iban agravando. El nombre de la película sale del testimonio que me dieron que Jorge fue un estallido.

- ¿Cómo hiciste para construir una historia sin material de archivo?

- Elegí filmar los lugares por donde había pasado ya que me parece que la ciudad es un documento en sí mismo y si uno rasca, la historia está ahí. Lo único que me quedaba frente a la ausencia del archivo y de los documentos era ir a buscar en esos espacios, algunos ecos que dejó su pasar. Basándome en los relatos de los amigos y de la gente que lo conoció. La idea fue hacer una cartografía del personaje y de ahí vino la idea de hacerlo en blanco y negro, ya que quería construir un hábitat único. Eso me servía para no darle mayor importancia a un lugar u otro. Para mí, era tan importante lo que hizo en Villa María en las reuniones evangelistas a los 15 años que lo que hizo después en Paris, era una manera de unificar los espacios.

- ¿Por qué la elegiste como tu ópera prima?

- Bonino pertenece a una Córdoba que ya no existe, de la generación de los 60, donde la provincia era un centro de producción cultural, industrial y artística muy grande, con festivales bienales de arte de vanguardia. No es casualidad que allí sucedió el “Cordobazo”. La última dictadura arrasó con todo eso y lo que hoy queda de Córdoba, que no está ni bien ni mal, es la Córdoba del chiste o del cuarteto, pero también hay otras expresiones y me interesaba rescatar esa movida que hoy no tiene esa fuerza.

-¿Qué particularidades notás en el cine realizado en Córdoba?

- El concepto “cine cordobés” me parece un tanto conservador, me da un poco de miedo, me parece interesante hablar de cine en general. En Córdoba pasaron tres hechos importantes para entender lo que ocurre con el cine: uno es hay un movimiento cineclubista muy grande, que es una piedra basal muy importante; otra es el movimiento de la crítica, que la lleva adelante Roger Koza y la revista La vida útil, que también hacen tareas de formación y un nuevo actor que ha entrado que es el Polo Audiovisual, que demuestra que en todos los ámbitos, cuando el Estado se pone como actor le hace muy bien a la industria. La ley que lo construye al Polo sale de los cineastas. Hay una movida súper interesante pero me gusta pensar en cine y no en cine cordobés porque no hay una unidad donde puedas hablar de una cinematografía digamos. El cine cordobés no arrancó ahora, pero los cineastas que había son gente que estudió en Córdoba pero se termina yendo a Buenos Aires para poder desarrollar sus proyectos, como es el caso de Santiago Loza. Hoy, los cineastas pueden quedarse y tienen alcanzar los medios para filmar. Córdoba da la sensación que tiene poca memoria visual. Es muy notable como el cineasta cuando empieza a desarrollarse hay una necesidad de narrar su espacio. Lo que pasa con Esquirlas, Las motitos y Bonino de alguna manera es netamente eso, el ir a rescatar y recuperar ese espacio que le falta memoria. En estos 15/10 años del cine cordobés se está empezando a construir una memoria visual de un territorio que la tenías muy suelta y no estaba representada y hay una necesidad a través del cine de hacerla.

 

Esquirlas, de Natalia Garayalde (Participa de la Competencia Argentina)

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Festival de Mar del Plata - Esquirlas
Este documental navega entre la historia personal de la directora y la historia de la Argentina. Ambas sufrieron un quiebre rotundo el 3 noviembre de 1995 cuando estalló la Fábrica Militar de Río Tercero, en Córdoba. Miles de proyectiles se dispararan, se esparcieran en la ciudad y dejaron siete muertos y centenares de heridos y afectados. En ese momento, Natalia Garayalde tenía doce años y vivía con su familia cerca de la fábrica. Durante los primeros instantes después de las explosiones, ella salió con la cámara de video que su papá había comprado y jugando con ella registró los momentos inmediatos al estallido. Veinticinco años después, reúne se material que tenía guardado junto con archivo de varios vecinos para dar un documento que invita a reflexionar sobre la familia, la muerte, la destrucción de una ciudad, la verdad siniestra sobre el caso y sobre cómo es imposible cerrar esas heridas sin justicia.

-¿Cuál fueron las motivaciones para realizar este documental tan personal?

- El tema de las explosiones se instaló en mí desde el momento en que sucedieron. Porque ese acontecimiento hizo estallar mi pequeño universo en pedazos y me marcó para siempre. En la secundaria y la universidad organicé intervenciones públicas para exigir que se investigara la causa de las explosiones y también la de el tráfico de armas. Cuando se cumplieron 20 años, comencé a desarrollar el guion de la película que se estrena en en festival y ahí se condensan imágenes propias, archivo histórico e investigaciones que realicé todos estos años. Fue difícil la decisión de utilizar material familiar, pedí permiso a toda mi familia y ellos estuvieron de acuerdo. Me parecía que era muy potente mostrar como dos niños jugaban entre los escombros y cómo se modificó su mundo a partir de este momento histórico.

-¿Cómo fue reencontrarte con esas grabaciones familiares?

- Fue difícil y muy duro. Durante mucho tiempo intenté no usar este material y volvía una y otra vez. Mi pequeña historia servía para mostrar un microrrelato que está cruzado por condiciones socioculturales. Creo que también me ayudó a atravesar un duelo familiar ya que mientras estaba haciendo la película sufrí el duelo la pérdida de mi papá y mi hermana. Por eso el nombre de Esquirlas ya que es una película que habla del dolor. Tuve mucho apoyo de la comunidad. Parte del material que uso fue donado por vecinos y vecinas de Río Tercero que lo guardaban y me lo entregaron. Uno de ellos es Omar Gaviglio, que fue el operario que usaron como chivo expiatorio y como supuesto culpable de una negligencia. Fue una fuente principal, de hecho la película en principio iba a ser sobre él.


- ¿Creés que te afecto este hecho tan traumático siendo un niña?

- Creo que cuando filmábamos hubo un quiebre durante las segundas explosiones donde no queríamos seguir grabando. Nos afectó porque la primera parecía algo espectacular pero la segunda nos mostraba que el horror podía continuar y podía seguir pasando, que no fue algo extraordinario. En el documental, registré el acto de cierre del colegio de ese mismo año. Es una escena que muestra la fragilidad del intento de continuar la vida como si nada hubiera sucedido, como una una especie de farsa, un intento de fingir felicidad y que en verdad está todo quebrado abajo, como esquirlas que estuvieran impregnado los cuerpos. La verdad, no me pude olvidar del tema durante todos estos años. Para mí, en un punto volver a las imágenes no fue refrescar la memoria, sino que era volver a un hecho que estaba ahí presente. Con la película, intenté crear algo a partir de eso, que me permita pensar.

- ¿Pensás que la película ayude a despertar el interés ciudadano por el caso?

- Hacer la película fue también un acto de memoria y en cierto punto, presionar para que se investiguen ambas causas, la de la explosión y la de la venta de armas a Croacia. De hecho, muy tardíamente, en febrero de 2021 será juzgado en Córdoba el expresidente Carlos Saúl Menem por las explosiones de la Fábrica Militar. Él fue absuelto en la causa de armas bajo el argumento que había pasado mucho tiempo. Fue muy absurdo eso. No tuvo mucha repercusión a nivel nacional porque fue en una ciudad del interior del país y además, se quiso tapar porque había un negociado muy grande. Hubo toda una intención de que se olvidara el tema. Quiero, a partir de una historia familiar, hablar de la historia de una ciudad. Mi historia se repite en cada habitante.
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-¿Esquirlas busca retratar un territorio que comúnmente no se ve en el cine?

- En ese sentido, en Esquirlas veo distintas capas: familiar y social. Si bien es algo que sucede en mi ciudad, creo que toca otros temas que tienen que ver con la condición humana y cruza otros más universales como la fragilidad de los cuerpos, de la vida, de la muerte, del amor, de la amenaza de los modos de producción donde la ciudadanía no interviene y no hay informes de impacto ambiental ni un conocimiento de lo que se está produciendo cerca. Me sorprendió mucho que la misma ciudad donde se producían las armas en un momento es bombardeada intencionalmente por esas mismas armas que produce, lo mismo ocurre con el polo químico de la ciudad. Me generaba muchas preguntar sobre los modos de producción y los modos en qué habitamos el mundo.

- ¿Considerás que Córdoba está viviendo un boom de producción audiovisual?

- Creo que hubo un crecimiento en los últimos años en la producción audiovisual en Córdoba empujado por muchas personas muy talentosas y profesionales. Se abrieron espacios muy a pulmón para poder postproducir películas que antes se llevaban a Buenos Aires. Tenemos el lujo de decir que las tres películas que se presentan en el festival están realizadas íntegramente en Córdoba. Es muy importante para generar una industria y un campo de producción y creación, independiente de una mirada más centralista. Esto se fue revirtiendo a fuerza de trabajo colectivo, donde se creó una red de trabajo y de contención entre todos.

El proyecto de la directora cordobesa está en la sección Work In Progress donde los realizadores tienen la oportunidad de recibir la opinión de profesionales del mundo audiovisual sobre sus obras, que podrán enriquecerse ya que aún se encuentran en proceso de trabajo. Cuenta la historia de personajes que se entrecruzan en un mismo espacio. Ramiro es cocinero en un bar. Hernán es un ingeniero desempleado. Nora es enfermera en un hospital público. Lucía vende libros en una librería. Cuatro historias y una ciudad en blanco y negro con una lluvia persistente. Ninguno de ellos se conoce entre sí; solo son habitantes de la misma ciudad.

- ¿De qué se trata tu proyecto? ¿Cuál es la importancia de participar en el WIP del el Festival?

- Sobre las nubes es una película en la que vengo trabajando hace varios años. Filmé a cuatro personajes que no se conocen entre sí pero que están vinculados a partir de los espacios que habitan, situados en la ciudad de Córdoba. Estábamos a punto de concluir el rodaje en marzo de este año pero no pudimos lograrlo a raíz de la pandemia. En ese sentido, formar parte de la selección de películas en proceso del Festival fue, ante todo, una buena noticia para quienes estamos trabajando en el proyecto. El Festival de Mar del Plata es un espacio que adoramos y que fue y es fundamental para el cine de la Argentina en general y para nuestro camino como realizadores y realizadoras en particular.

- ¿Qué creés que está pasando con el cine en Córdoba después de la creación del Polo Audiovisual?

- El cine de Córdoba viene haciendo su camino desde hace ya varios años, como muchas disciplinas culturales de la ciudad. Desde el comienzo estuvo caracterizado por una efervescencia de trabajo y por una voluntad de hacer pese a los contextos desfavorables. El Polo Audiovisual se constituyó como un acompañamiento institucional y de fomento a ese panorama, y eso siempre es agradecido por quienes intentamos dedicar una buena parte de la vida a esta tarea. Era algo que la comunidad cinematográfica necesitaba y hoy hay muchas películas que lograron materializarse gracias a esos aportes. De todos modos, el cine de Córdoba es amplio y diverso y no todas sus variables se encuentran contenidas en los apoyos del gobierno.

- ¿Qué pensás que falta por hacerse?

Quizás algo por hacer es no sólo acompañar sino también fomentar esa diversidad desde los espacios institucionales. A su vez creo que como realizadores y realizadoras tenemos que seguir trabajando para hacer mejores películas y para pensar más a fondo el cine que hacemos.

- ¿Hay en el cine realizado en Córdoba un hilo conductor que los une?

- No creo que haya un hilo en común. Lo que nos une creo que está dado por la comunidad a la que pertenecemos, que es generosa y cálida. Siempre es agradable y enriquecedor poder trabajar en un contexto donde técnicos y técnicas, directores y directoras, actores y actrices, críticos y críticas, cineclubistas, y más, estamos cerca y nos retroalimentamos mutuamente.

 

Las películas de realizadores cordobeses se podrán ver por la plataforma del festival

“Las motitos”, de Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal, dentro de la Competencia Argentina, los días 27, 28 y 29 de Noviembre.

“Un cuerpo estalló en mil pedazos”, de Martín Sappia, dentro de la Competencia Argentina, los días 21, 22 y 23 de Noviembre.

“Esquirlas”, de Natalia Garayalde, dentro de la Competencia Argentina, los días 23, 24 y 25 de Noviembre.

Otras películas de artistas cordobeses presentes en el Festival:

“Bosquecito”, de Paulina Muratore, dentro de la sección Mar de Chicas y Chicos. Los días 26, 27 y 28 de Noviembre.

“Deja que las luces se alejen”, de Javier Favot, dentro de la Competencia Estados Alterados puede verse el 22, 23 y 24 de Noviembre

Además, el 24 de noviembre de podrán ver los Work In Progress de películas cordobesas en producción

“En compañía”, de Ada Frontini

“Estrella roja”, de Sofía Bordenave

“Sobre las nubes”, de María Aparicio

fuente: infobae.

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